domingo, mayo 5, 2024
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La basura y Canal 9

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El trabajo de limpiar la porquería que la ciudad genera es, seguramente, el menos vocacional que existe. Por ello, y por la dureza objetiva de andar removiendo el detritus todo el día, y de volver a casa y no encontrar el modo de desprender el hedor de la ropa y de la propia piel, y de pasar tanto frío y tanto calor, el del trabajador de la limpieza debiera ser, en puridad, uno de los mejor pagados. Mucho mejor que el de concejal del Ayuntamiento o que el de consejero de la Comunidad, sin ir más lejos.

Sin embargo, a la benemérita gente que impide que a los madrileños les coma la mugre se les quiere reducir a la esclavitud, ora mediante su despido masivo en un escenario de seis millones de parados, ora reduciéndoles hasta en un 43% el mísero sueldo que reciben, y ello pese a trabajar para grandes empresas del Ibex 35 que amasan enormes beneficios.

Canal 9 ha estado abierto durante décadas con el sólo propósito de dar de comer a los quinquis de la Gürtel

Toda España, no sólo Madrid, despide un hedor insoportable, bien que a causa de la corrupción de sus órganos y sus tejidos, los políticos principalmente. Ahí está Canal 9, ese foco de podredumbre que parece que hayamos descubierto ahora, cuando se le entona el gori-gori. Lo alucinante no es tanto que se cierre, pese al terrible perjuicio que ocasionará a tantos trabajadores, como que estuviera abierto, que haya estado abierto durante décadas con el sólo propósito de intoxicar a la sociedad levantina, dilapidar sus recursos, censurar la realidad y dar de comer a los quinquis de la Gürtel.

¿Puede llamarse civilizado y democrático un régimen que permite que un medio público de comunicación sea secuestrado por un partido, por una banda o por una secta, y puesto al servicio exclusivo de sus intereses? Canal 9 ha sido no sólo una vergüenza, sino la peor televisión posible, como demuestra el hecho de que al cerrarse logró el triple de la audiencia que tenía cuando estaba abierta.

Qué terrible para los periodistas, aun para los afectos al PP de la Generalitat, el trabajo en esas condiciones de sumisión, de censura y de escamoteamiento constante de la verdad. Y qué lástima no haberlas denunciado antes con la contundencia con que ahora se hace, cuando ya es tarde probablemente. Quienes sí lo hicieron, y fueron por ello represaliados o preteridos, merecen el homenaje y el reconocimiento de la sociedad valenciana, que hoy, sin esa televisión dedicada al más vil publirreportaje político, se queda solas y de frente con la realidad. Así, ya puede aspirar a cambiarla.

Estrella Digital respeta y promueve la libertad de prensa y de expresión. Las opiniones de los columnistas son libres y propias y no tienen que ser necesariamente compartidas por la línea editorial del periódico.

Rafael Torres

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