Este fin de semana en acto de apoyo al PP gallego y en relación con la subida del IVA Mariano Rajoy nos ha dicho: «Me hago cargo de que es un sacrificio que llega en un momento muy complicado», pero que es «imprescindible» para afrontar la crisis y abordar la caída de ingresos de las administraciones públicas y también que servirá para que el Estado financie los servicios públicos, mantenga los logros del estado de bienestar, pague la sanidad, la educación, las infraestructuras, las pensiones de los mayores y los subsidios de los desempleados.
Le ha faltado añadir que también financiará el despilfarro autonómico con sus empresas públicas, televisiones y radios, los parlamentos locales, el Senado y sus traductores, los privilegios de la casta política y hasta a Urdangarín si se lo pide, ya que a todo eso no le han metido mano porque es más fácil elevar los impuestos que apretar las tuercas y reducir los gastos.
Cabe preguntarse por qué, si es así como nos dice, no lo hizo a principios de año, en vez de elevar el IRPF; por qué el empresariado español está tan preocupado con la medida y sus efectos, y por último, por qué Montoro se resistía con uñas y dientes a la subida. Difícil de entender por más que lo trate de explicar.
Pese a lo que diga, resulta claro que en poco tiempo se ha sometido a la clase media española a una presión en todos los ámbitos, que sin duda tendrá efectos adversos sobre el consumo, sobre toda la economía y sobre la calidad de vida de los españoles.
Pensemos que desde el día 1 de septiembre, cuando compremos, muchos artículos llevarán un impuesto de casi la cuarta parte del precio base del bien o servicio, que unidos a los que soportamos vía IRPF, a las tasas, a los copagos, a la inflación y al desempleo, convertirán a la clase media española en un limón que se queda sin zumo.
Ahora bien, al tiempo que se extrae el zumo de la clase media, se mantiene una amnistía fiscal para las operaciones en paraísos fiscales de empresas, personas y personajillos que se llevaron el dinero del ladrillo, se mantienen las Sicav y sus mariachis y las tributaciones atenuadas vía empresas para todo aquel que tiene un patrimonio y unas rentas que están fuera del alcance de la clase media. Como siempre el peso recae sobre los mismos; hay cosas que no cambian.
¿Hasta cuándo subidas indiscriminadas de impuestos sin haber atacado previamente los gastos estructurales?
¿Hasta cuándo hay que mantener la locura autonómica insaciable en que vivimos?
¿Cuándo se va a revisar todo el sistema fiscal español en profundidad y dejarnos de tanto parche?
¿Cuándo veremos a algún trincón de fondos públicos entre rejas?
José Luis Martín Miralles-Estrella Digital
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