lunes, abril 29, 2024
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El Gobierno se delata en Tordesillas

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La falta de coraje político para condenar abiertamente la celebración del Toro de la Vega pone en evidencia a un ejecutivo desfondado con poca o ninguna capacidad para mantener la coherencia que une acción e ideología. Desdoblados entre la declaración de principios y la evasión de responsabilidades, ante cualquier pregunta, últimamente, la culpa siempre es de otro. ¿Reforma exprés? Mercados. ¿Recortes sociales? Manda Merkel ¿Se aprueba la última reforma laboral unida al más precario todavía? Culpa del paro.

Esta semana, en Tordesillas, el alcalde del PSOE, José Antonio González Poncela, no ha pronunciado una sola frase que encaje con la lógica demócrata nuestra de cada día. Acaba de ganar las elecciones y en lugar de asumir el consenso de su partido contra el Toro de la Vega, persiste en llamar festejo a la barbarie. Y perpetrarla. Alejado del siglo en el que estamos, dice, por ejemplo, que “está aprobado en las ordenanzas municipales”. Igual que la actual lapidación de mujeres en Irán o la mutilación genital femenina en países de África y Oriente Medio hasta hace pocos años. Es legal, dice. Como si la ley injusta no fuera una forma de violencia y el término ordenanza, que proviene de orden, no fuera en este caso el desorden absoluto de la conducta humana, el acta pública de ejecución del toro.

Es difícil explicar esto a un alcalde que agracede «salir en todos los medios por un rito que se venía practicando más de 500 años». Y aclararle que lo que ha salido son las protestas de activistas y defensores de los animales, convirtiéndose en las noticias más leídas, valoradas y difundidas según se han publicado; o la  convocatoria y el trabajo del partido animalista PACMA, dejándose la piel por la del toro, repitiendo derechos animales sí, tradición y ritos asesinos no; o la lista de hashtags #noaltorodelavega #noalmaltratoanimal, ‘trending topi’c reflejo del rechazo unánime de la gente; además del apoyo de ciudadanos, artistas, intelectuales, deportistas etc., a  la campaña del PACMA www.rompeunalanza.com. Firmas, no ha quedado otra cosa, contra la muerte y sus cómplices.

En cuanto a los ministros, portavoces de Gobierno y altos cargos socialistas, eligen las siglas del PSOE ante el deber. Los pudimos escuchar gracias a un vídeo de ‘El Intercambio’, en La Sexta. «Tengo que decir la verdad», dice la ministra de Sanidad Leire Pajín, «no me gusta» ¿Y bien? Sale corriendo. «Horrible, cruel», asegura Elena Valenciano, número dos de Rubalcaba ¿Y bien? «Seguramente tiene una interpretación distinta en Tordesillas». José Bono, presidente del Congreso, «Yo no lo haría» ¿Y bien?  «No debo decir nada que no esté muy fundado, mucho menos contra un compañero». «No quiero opinar de Tordesillas, no tengo tiempo» dice Sinde, ministra de Cultura.

En definitiva, socialismo corporativo por delante de la redacción de las leyes de protección animal que deberían y les exigen. Entonces, ¿Se puede fiar uno de quien dice una cosa y hace otra? Con el tiempo que queda en el convento, que diría Llamazares, y en plena precampaña, no se explica que haya que repetir tantas veces la misma máxima. Cuando uno no actúa como piensa, se vuelve, irremediablemente, lo contrario.

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Pilar Velasco

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