El portavoz del PNV en el Congreso de los Diputados, Josu Erkoreka -un político gris y bastante mediocre- ha confesado que en su trayectoria política no había conocido un caso parecido al que se produjo el pasado miércoles en la Cámara Baja con motivo de la votación sobre la reforma de la negociación colectiva propuesta por el Gobierno de Zapatero. Se refería el portavoz nacionalista a que nunca antes, con una abstención en una votación como hizo su grupo parlamentario y el de CIU que propició que el proyecto del ejecutivo saliera adelante, se había conseguido para su grupo político tantas concesiones por parte del Gobierno Central. No contento con esa confesión añadió una afirmación también muy significativa: «es un logro histórico para el nacionalismo vasco».
El problema no es la alegría que pueda sentir el portavoz del PNV, sino saber qué les habrá ofrecido el Presidente a cambio de esa abstención. Que se sepa, el PNV ha conseguido que en caso de conflicto, el convenio colectivo autonómico prevalezca sobre el estatal, así como que se reconozca de modo expreso la especificidad de las comunidades autónomas en las que los sindicatos más representativos tienen una implantación territorial limitada a su territorio. En el caso del País Vasco esto implica dar un gran poder al sindicato LAB, pieza clave del entramado de la izquierda abertzale, y al sindicato nacionalista ELA, en detrimento de los dos grandes sindicatos de ámbito estatal, UGT y CC.OO.
Ya escribí hace unas semanas en este mismo espacio de análisis y opinión que si Zapatero se empecinaba en agotar la legislatura, eso conllevaría entre otros «desastres» que los nacionalistas del PNV y de CIU le iban a sacar hasta las entretelas. Los nacionalistas son especialistas en oler la debilidad del contrario y aprovecharse de esa situación para sus intereses localistas. En este caso, saben que el Presidente y su Gobierno no es que estén débiles es que su situación es agónica. El problema es que lo que normalmente es bueno para los nacionalistas de cualquier signo no lo es para el conjunto de España. Pero esto, como se comprenderá, se la trae al pairo al PNV, a CIU, al BNG y por lo que se ve al propio Zapatero.
Mientras que ese chalaneo con los nacionalistas se llevaba a cabo en la sede de la soberanía de esa nación -concepto discutido y discutible según Zapatero- llamada España, el terrorista de ETA «Txeroki» mostraba una actitud chulesca y desafiante en una sala de la Audiencia Nacional, o el candidato a Diputado General de Guipuzcoa, el miembro de Bildu, Martín Garitano, anunciaba que desde la Presidencia de esta importante institución trabajará por la independencia de Euskadi. Como se puede comprobar, el panorama político y social de nuestro País es de lo más alentador. ¿Es del todo consciente Rajoy de la España ingobernable que le va a dejar Zapatero?.
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Cayetano González