jueves, abril 25, 2024
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No todo es política

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Lo dio una televisión y siento no recordar cuál porque no hay excesivas ocasiones para elogiar lo que ofrece la pequeña pantalla. Era la final de un campeonato de fútbol infantil, chavales de once y doce años, de las canteras del Sevilla y el Español, creo recordar, que tocaban la pelota como si fueran «la roja». El partido terminó con empate a cuatro y se decidió en los penaltis. Ganaron «los mayores», los del Sevilla, un año mayores que sus rivales. Y recibieron la copa mientras los derrotados miraban tristes a quienes les habían vencido legalmente. Pero los sevillistas y, posiblemente, los del Español sabían que éstos, aún siendo menores, habían jugado mejor, no habían merecido perder. Y entonces, el entrenador del Sevilla, reunió a los campeones y todos estuvieron de acuerdo: habían ganado, pero la Copa debía ser para sus rivales. Y se la dieron. Ese día recibieron una lección para toda la vida de un gran educador y un mejor deportista.

Tras ver las imágenes y las declaraciones de esas futuras estrellas del fútbol, los sucesores de Xavi, Iniesta, Casillas o Mata, hay que pensar que hay futuro. Y que la lección de algunos futbolistas grandes, pero humildes, estrellas pero gente normal, campeones pero nobles -como Nadal, Gasol y bastantes más- ha servido para algo. Cada uno de ellos ha llegado allí por sus méritos, por sus condiciones, pero sobre todo por su esfuerzo, su humildad, su capacidad de esfuerzo y de sacrificio, por trabajar en equipo. No se les ha subido el éxito a la cabeza ni han convertido su triunfo en soberbia. A otros, sí.  

La política deportiva en España ha cambiado mucho en los últimos años. Los Centros de Alto Rendimiento, las escuelas de algunos clubes, como la del Barça, la propia selección española de fútbol, son el exponente de que se pueden crear grandes deportistas y, sobre todo, deportistas con valores, de equipo, nobles. Como los alevines del Sevilla. No cuesta tanto formar grandes deportistas, pero es mucho más importante enseñarles a competir con nobleza desde pequeños.

La educación de las élites no es sólo para el deporte. Necesitamos profesionales de excelencia, sacar lo mejor de todos los alumnos, también de los mejores, no igualar por abajo. Nadie defendería un deporte de competición en el que cada vez se exigiera menos a todos los deportistas, en el que un saltador de altura pasara al siguiente nivel después de haber fracasado en los anteriores. En la enseñanza sucede eso. Un 22 por ciento de los estudiantes catalanes pasan a la ESO sin saber lo mínimo, algunos sin saber prácticamente nada. Lo mismo o peor pasa en el resto de España y en otros niveles educativos. El fracaso escolar en Cataluña sólo está por debajo del 15 por ciento en la concertada. Tenemos que reformar la educación, volver al esfuerzo y a los valores, formar personas. Afortunadamente hay entrenadores y  profesores que lo están haciendo bien. Hacen falta muchos más. 

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Francisco Muro de Iscar

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