viernes, abril 26, 2024
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El robo-armamento y las normas de confrontación

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Un nuevo arsenal de vehículos no tripulados y armamento guiado por satélite está alterando la naturaleza de los conflictos bélicos. América y sus aliados de la OTAN poseen este armamento puntero, pero los países más pequeños también lo quieren. He aquí un vistazo rápido a cómo funciona el proceso de la transferencia de tecnologías:

Hace un año, Arabia Saudí estaba librando una repugnante guerra fronteriza contra los rebeldes Houthi apostados a lo largo de su frontera con Yemen. Los saudíes empezaron a bombardear objetivos Houthi dentro de Yemen el 5 de noviembre de 2009, pero los ataques aéreos eran inexactos y hubo noticias de bajas civiles.

Los saudíes solicitaron a América información aérea de los satélites estadounidenses de vigilancia en el espacio, para poder localizar los objetivos con mayor precisión. Se rumorea que el General David Petraeus, jefe del Centcom en aquel momento, habría respaldado la petición saudí, pero tenía la oposición del Departamento de Estado entre otros. Advertían que intervenir en este conflicto fronterizo, aunque sólo fuera proporcionando información de localización, podría vulnerar las normas de confrontación.

De manera que los saudíes buscaron ayuda en otra parte — en Francia, que tiene sus propios satélites de reconocimiento. Los franceses, preocupados porque los imprecisos bombardeos saudíes estuvieran creando demasiadas bajas civiles en Yemen, accedieron a ayudar. Los detalles necesarios se prepararon en cuestión de días.

Cuando el Presidente Nicolás Sarkozy visitaba Riad el 17 de noviembre, estaba dispuesto a abrir el nuevo canal de enlace de Inteligencia. Un funcionario saudí recuerda que para la primera noche de la visita de Sarkozy, habían comenzado a llegar electrónicamente a los saudíes imágenes detalladas del terreno de batalla yemení.

Con esta precisa información de Inteligencia satélite, los saudíes pudieron rastrear los refugios Houthi, los lugares de entrenamiento y los almacenes de equipo. Los cazas saudíes atacaron entonces con eficacia devastadora. En cuestión de semanas, los Houthi solicitaban una tregua, y hacia febrero de 2010 este capítulo de la guerra fronteriza había terminado.

Para los saudíes, fue un importante éxito militar. «Los franceses fueron de gran ayuda» y su asistencia «fue el motivo clave de que pudiéramos obligar a capitular a los Houthi», dice un funcionario saudí.

Pero el incidente saudí plantea interrogantes más importantes acerca de la transferencia de tecnologías que han demostrado su letal eficacia durante la última década en Irak, Afganistán y las zonas tribales de Pakistán. Estas armas son seductoramente atractivas; ofrecen la promesa de destruir a un enemigo desde la segura distancia de 3.000 ó 4.000 kilómetros de altura.

La tapa de la caja de Pandora se está abriendo: Los saudíes, como es comprensible, ahora quieren tener sus propias operaciones satélite, y dicen que dentro de poco empezarán a solicitar ofertas de un sistema así a las empresas occidentales. Riad también quiere vehículos no tripulados que puedan ver y atacar objetivos enemigos en lugares distantes. Los Estados Unidos vienen considerando incluir versiones de sus vehículos Predator en una venta de armamento al reino. Tales armas elevarían la capacidad saudí de disuasión frente a Irán, pero también pueden amenazar a Israel.

Considere el caso de Turquía: Durante años, Ankara ha buscado tecnología estadounidense para combatir lo que considera una insurgencia por parte de grupos rebeldes kurdos, en especial el denominado «PKK» que se oculta al norte de Irak. Bien, esa ayuda tecnológica ha llegado.

Los Estados Unidos han creado en secreto un «centro de mando centralizado» conjunto con Turquía destinado a los vehículos no tripulados de vigilancia que vuelan sobre el norte de Irak. Funcionarios turcos colaboran con sus homólogos estadounidenses en la obtención de imágenes y son libres de poner las miras en actividades sospechosas cuando las detectan. Estados Unidos no aprieta los gatillos; simplemente muestra las imágenes.

La lucha contra al-Qaeda en Yemen ilustra las complicadas cuestiones legales que se solapan con el uso de la tecnología. Hace un año, las Fuerzas Especiales estadounidenses se abstuvieron de utilizar tecnología avanzada para localizar a Anwar al-Aulaqi en Yemen; se debe a que no estaba aún en la lista formal de terroristas «a capturar vivos o muertos» que amenazan a Estados Unidos. Ahora lo está, de manera que la administración Obama ha decidido incorporar vehículos Predator no tripulados a la caza sobre Yemen, con la discreta aprobación del gobierno yemení.

Estas armas son tan buenas que pueden volverse adictivas. Hacen posible actos precisos de guerra que, en otros momentos, se llamarían «asesinatos». Otros países quieren protegerse de rebeldes terroristas tanto como Estados Unidos. Esto significa que la demanda de este tipo de armas crecerá.

Las «leyes de confrontación» pueden sonar a concepto anticuado en esta era de robo-armamento. Pero, en realidad, nunca ha sido más necesario un régimen legal internacional claro: es un hecho cotidiano que la población de zonas de conflicto vive en la mira perpetua de armas letales. Son necesarias normas para los objetivos y los que apuntan por igual.

David Ignatius

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