Para empezar, su nombre y apellidos ya eran sonoros…, tenían música. Ella tenía música en su nombre y una orquesta en su voz. ¡Cielo santo…, qué voz! La radio la quiso mucho, pero ella amó mucho más a la radio. Sobre todo a la Cadena SER, su Casa, su verdadera pasión.
Maribel Pérez Barrios, además de adornarse con esa voz poderosa, creíble y perfecta, era una periodista de raza. Formó parte de los primeros equipos de informativos de la Cadena SER al final de los años 70 cuando, por fin, se produjo la apertura en España.
Tuvo grandes maestros y mejores compañeros, González Ferrari, Luis Rodríguez Olivares, Fernando González, Fermín Bocos, Manuel Antonio Rico, José María Alfageme, José Antonio Marcos, Pilar Gassent…, y muchos más que harían la lista interminable.
Siendo yo un adolescente en mi pueblo de Toledo, Maribel fue una de las que me despertó la vocación por el periodismo, y por encima de todo, por la radio. Sus crónicas desde Beirut o Nicaragüa te obligaban quedarte pegado al transistor. ¡Cielo santo…, era pura credibilidad! Siempre estaba dispuesta a todo por su profesión y por su Cadena SER.
Cuando, con el tiempo y cumpliendo mi sueño, comencé a trabajar en Radio Madrid no daba crédito al hecho de poder compartir redacción con Maribel Pérez Barrios. Juro que era un auténtico privilegio.
Es muy posible que muchos lectores no hayan escuchado a Maribel o, simplemente, no la recuerden, pero les aseguro que era una profesional y persona fuera de serie. Jamás perdía la sonrisa, ni en los momentos más duros.
Ella formó parte de una generación de periodistas que llevaba la honradez como bandera y su muerte me lo ha recordado.
Nunca es tarde.
Alfonso García