domingo, mayo 5, 2024
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Rajoy en Antequera

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El 25 de noviembre de  2008 el Consejo de Gobierno de la Junta de Andalucía cesó en sus funciones a la delegada en Madrid, María del Mar Román, y nombró en su lugar a Julián Martínez. La sorpresa fue grande y no se encontraban razones para tal relevo, siendo como era Román persona cumplidora y eficaz. Tuve ocasión de hablar con ella aquella mañana, a los efectos de confirmar su asistencia a un acto de entrega de premios, y me dijo que ya no ostentaba dicho cargo y que el nuevo delegado no había llegado todavía. Sin entrar en razones de consumo privado, todo el mundo supo pocos días después que Julián Martínez era el novio de Bibiana Aído, quien  meses antes había sido nombrada ministra de Igualdad.

Este ejemplo de nepotismo viene al caso de la petición formulada el domingo en Antequera por el presidente del Partido Popular en el sentido de llevar a cabo una gran poda en las Administraciones públicas, “la gran asignatura pendiente de la democracia española”, según dijo. El clientelismo, mal endémico de los partidos políticos, ya recogido por Galdós en sus novelas, ha alcanzado con el PSOE en el Gobierno central y en las Autonomías niveles que sonrojan a cualquier ciudadano informado. Si hace falta crear el puesto, se crea. Si pierden las elecciones cuarenta alcaldes y concejales de la provincia de Almería se les nombra asesores del presidente de la Diputación, y si es necesario colocar a los afines hasta se duplican cargos por mucho que los recién llegados no tengan la preparación suficiente. Es lo mismo.

El sol de Antequera ayer si que salió por su sitio, y pese al calor agobiante 17.000 personas se dieron cita en su plaza de toros para escuchar a Mariano Rajoy y a Javier Arenas. La poda de funcionarios a la que se refirió el líder del PP representaría  un ahorro con el cual se podrían mantener las pensiones sin la congelación anunciada por Zapatero, dentro de su política de recortes. La inflación de cargos y carguitos, de asesores y consultores, han hecho del empleo público un monstruo de siete cabezas tanto en la Administración Central del Estado como en la de las Comunidades Autónomas y Ayuntamientos. La situación de crisis que vive hoy nuestra economía resolvería parte de sus problemas aligerando esa nómina millonaria que pesa como una losa sobre las arcas nacionales. Si a ello se añaden los gastos suntuarios del Gobierno, tendremos el diagnóstico final: falta dinero para sanidad y pensiones, que nunca deben ver mermadas sus asignaciones presupuestarias.

Era éste del domingo en Antequera el tercer gran acto multitudinario de Mariano Rajoy y Javier Arenas en la precampaña andaluza, después del éxito de convocatoria en Dos Hermanas y en otra plaza tampoco fácil para los populares, Alcalá de los Gazules, el pueblo de Bibiana Aído. Quienes creemos saber algo de la en otros tiempos aplastante fuerza del PSOE-A y las penalidades con que el PP-A se las veía para llenar un teatro, comprobamos ahora que algo está pasando en las provincias andaluzas para que se llenen polideportivos y plazas de toros a ocho meses  de las municipales y más de año y medio de las autonómicas. Y es que desde hace muchos años no se recordaba un paro regional de más de un millón cien mil personas, lo que arroja una tasa por encima del 27 %, según la EPA. Esta angustiosa cifra esconde otra peor: el desempleo juvenil en Andalucía (menores de 25 años) alcanza el porcentaje de 51,37, ostentando la provincia de Cádiz el récord absoluto con un 57,1 %. La tasa de paro juvenil a nivel nacional es del 42 %. Baste recordar que la OIT dispara las alarmas cuando los jóvenes desempleados superan el 13 % de la población activa.

El cambio de Gobierno en Andalucía es poco menos que un milagro, después de treinta años de administración socialista. No obstante, observadores y analistas políticos empiezan a ver señales de cansancio en la población lo que pudiera conducir a la alternativa en la Junta. Los actos del PP en pueblos recalcitrantes de la izquierda andaluza, como este último de Antequera, indican una tendencia que tendrá que intensificarse en los próximos tiempos, porque el Partido Popular sólo puede gobernar en Andalucía de una manera: con la mayoría absoluta en el Parlamento.

Francisco Giménez-Alemán

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