domingo, mayo 5, 2024
- Publicidad -

Obama, camino a la ruina

No te pierdas...

La nueva era de bipartidismo demócrata, como las flores de un florero, se desmoronó en menos de una semana.

Durante su turno de preguntas en el encuentro con los republicanos de la Cámara, el presidente Obama elogió al congresista y experto presupuestario Paul Ryan como «un tipo sincero», cuyo anteproyecto de Presupuesto -que, según la Oficina Presupuestaria del Congreso (CBO), con el tiempo logra un presupuesto equilibrado- contiene «algunas ideas con las que en principio estoy de acuerdo». Días más tarde, los legisladores demócratas celebraban una rueda de prensa para fustigar el plan de Ryan por tratarse de un asalto privatizador, racionador y virulento a la Seguridad Social, Medicare y todo estadounidense no millonario. Los grupos de activismo izquierdista y blogueros progres se unieron a las burlas en casi total armonía.

El ataque «salió del Comité Nacional Demócrata, y eso es la Casa Blanca», me decía Ryan, decepcionado y sorprendido a la vez. En materia del déficit, el gesto de Obama a los republicanos ha sido una maniobra, es decir, un engaño. Una vez más, un presidente tan impresionado por su propio idealismo se ha convertido en el principal fabricante de cinismo público de la nación.

Para Ryan, las motivaciones de los líderes demócratas son transparentes. «Tuvieron una desagradable semana de noticias presupuestarias. Han precipitado una crisis de la deuda, con déficits que podrían alcanzar el 85 por ciento del PIB y no llegar a un nivel sostenible nunca. Están coqueteando con el desastre económico». De manera que intentan el «ilusionismo»: llamar la atención sobre la hoja de ruta presupuestaria de Ryan, que propone difíciles reformas del Estado del bienestar. Cuando todo lo demás fracasa, hay que achacarlo todo a la crueldad republicana.

Desde la perspectiva política, los líderes demócratas aciertan al señalar a Ryan como objetivo de atención poco amable. Él es una de sus mayores amenazas a largo plazo. Posee el atractivo de un joven Jack Kemp (para quien tanto Ryan como yo trabajamos hace tiempo). Al igual que Kemp, Ryan es agresivamente agradable, rebosante de ideas y sorprendentemente sincero.

Pero a diferencia de Kemp -al que los déficits le trajeron al pairo al centrarse exclusivamente en el crecimiento económico-, Ryan es el profeta amable de la catástrofe deficitaria. «A la primera generación de doctrinarios del ofertismo macroeconómico -explica-, el balance fiscal no le salió tan mal. La segunda generación debe preocuparse por la deuda y el déficit. Son las mayores amenazas para el crecimiento económico de hoy».

El obamismo fiscal no representa solamente un incremento súbito, temporal, keynesiano y compensatorio del gasto; consiste en incurrir en déficit hasta el infinito y más allá. «Son los intereses los que ahogan», dice Ryan. En pocas semanas se espera que la Oficina Presupuestaria informe de que, al décimo año de implantarse el Presupuesto de Obama, el Gobierno federal «gaste casi un billón de dólares al año ¡sólo en intereses! Esto nos atrapa como país. La inflación acabará con el ahorro y se cebará con aquellos con renta fija. Un dólar en caída libre encarecerá los bienes. Los elevados intereses socavarán el crecimiento económico. Es el camino a la decadencia nacional».

Pero a diferencia de otros militaristas del déficit, Ryan presenta valiente -algunos dirían imprudentemente- su propia alternativa. Su hoja de ruta presupuestaria ofrece muchas propuestas, pero una gran visión. Paulatinamente, Ryan concentra el gasto público en los pobres a través de programas con resultados, tapando huecos de la red de seguridad al tiempo que hace más sostenibles las prestaciones sociales. Ahorra dinero al proporcionar a la clase media prestaciones de cotización definida -cuentas privadas de jubilación y vales sanitarios- que son menos dependientes del puesto de trabajo pero menos generosos a largo plazo. Y espera que una economía en crecimiento, liberada de la deuda y la inflación, proporcione ventajas más reales a los integrantes de la clase media que las que pierden a causa de prestaciones públicas menos generosas.

El ryanismo no es sólo una solución técnica a los déficits interminables, sino que representa una filosofía política alternativa. Durante décadas, culminando en la propuesta de reforma sanitaria de Obama, los demócratas han tratado de construir un electorado político para el Estado del bienestar ampliando sus disposiciones hasta abarcar porciones cada vez mayores de la clase media. Ryan propone un sistema federal que se centra en ayudar a los pobres, fomentando al mismo tiempo que la clase media asuma una mayor responsabilidad personal dentro de una economía dinámica. Es el recurso de casación de la seguridad frente al atractivo de la independencia y la iniciativa.

Ambas partes de este debate formulan argumentos serios, enraizados en las distintas visiones de la justicia y la libertad. Pero los defensores de la seguridad, incluyendo a Obama, tienen un grave problema: en la actualidad van camino a la ruina económica.

A su propio estilo de corte Kemp, Ryan logra poner la nota positiva. «Tal como lo veo, íbamos a recorrer este camino sin pretenderlo de todas formas. La extralimitación demócrata despertó a la gente. Fue un jarro de agua fría sobre cada votante. Ahora tenemos una nueva conversación, más seria. Y yo no voy a retroceder».

© 2010, Washington Post Writers Group

Michael Gerson

Relacionadas

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí

- Publicidad -

Últimas noticias

- Publicidad -