domingo, mayo 5, 2024
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Tras la represión, el hambre y las enfermedades se apoderan de los rohinyá

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Hambre, enfermedades, violencia sexual, daños psicológicos irreparables…La situación a la que se enfrentan los miembros de la etnia rohinyá de Birmania, que huye despavoridamente hacia el vecino Bangladesh, es, según las autoridades el país de acogida, “totalmente  insostenible”.

La ayuda no llega a los  cerca de 650.000  rohinyás desplazados en Bangladesh, mientras  la hostigación contra esta etnia, por parte de las autoridades birmanas, no cesa. Por ello, la ONU, en una conferencia celebrada el pasado lunes, decidió hacer un llamamiento a la solidaridad de la comunidad  internacional para recaudar 360 millones de euros hasta el 2018 con el objetivo de ayudar a los miembros de una comunidad que está sufriendo una limpieza étnica desde el pasado mes de agosto.

Asombrosamente, la líder birmana y presidenta 'de facto' Aung San Suu Kyi, quien hasta el mes de septiembre no hizo declaraciones sobre la violencia que están sufriendo los rohinyá,  visitó el pasado jueves la zona de Rakhine, donde comenzó la limpieza étnica y algunos campos de refugiados. pero todavía no ha valorado su visita.

Quizá el discurso de la Premio Nobel de la Paz inicie un cambio, pues las pocas declaraciones que ha realizado han sorprendido a la comunidad internacional, pues se han centrado en acusar de “terroristas” a los miembros del grupo étnico rohinyá.

Menores sin futuro

A pesar de que la crisis humanitaria está afectando duramente a todos los rohinyá, los menores están sufriendo las peores consecuencias, pues son mucho más vulnerables a la desnutrición y a las enfermedades. Además, son las principales víctimas de la violencia sexual y de la trata de personas que también se está produciendo en torno a ellos.

Se calcula que más de 340.000 niños rohinyá han huido de Birmania, tras pasar días caminando sin alimentos ni bebida, e incluso solos, pues en gran cantidad de casos han perdido a sus familiares y han tenido que desplazarse sin la compañía de adultos. Cada día se desplazan a Bangladesh entre 1.200 y 1.800 menores.

Sin vacunas, atención sanitaria ni psicológica los niños rohinyá están sufriendo unos daños irreversibles

«Muchos niños rohinyá refugiados en Bangladesh han presenciado en Birmania atrocidades que ningún niño debería ver nunca, y todos han sufrido pérdidas tremendas»,destacaba el director ejecutivo de Unicef, Anthony Lake, en la conferencia de las Naciones Unidas.

Sin derechos

Aparte de la limpieza étnica que están sufriendo actualmente los ciudadanos pertenecientes a la etnia musulmana birmana, los rohinyá en situación ‘normal’ tampoco cuentan con los derechos y garantías que sí tienen el resto de birmanos, pues no son considerados como ciudadanos.

Aunque vivan en Birmania desde hace varias generaciones, los rohinyá siguen siendo considerados  como nuevos inmigrantes y no tienen derecho  a ciudadanía. Se les prohíbe casarse o viajar sin permiso de las autoridades y no tienen derecho a poseer tierra ni propiedades.

A pesar de que en diciembre del pasado año, la ONU aprobó una resolución en la que exigía a Birmania que otorgase  la ciudadanía a los rohinyá, las autoridades del país asiático no solo han  hecho caso omiso a dicho mandato, sino que parece que justifican el genocidio que están llevando a cabo. Se ha procedido a la quema de cerca de 250 aldeas de esta etnia., que forman cerca de 5% de los 60 millones de habitantes de Birmania.

Sanciones y medidas contra el régimen

Además de la petición de un fondo de ayuda de las Naciones Unidas  y del trabajo de las decenas de organizaciones no gubernamentales que intentan ayudar a los rohinyá, las autoridades de EEUU estudian  imponer sanciones contra Birmania por la crisis humanitaria que está provocando.

Una de las posibles medidas sería revisar la  'Ley JADE' , una normativa que impide la entrada en Estados Unidos de gemas que procedan de de Birmania.

Sin embargo, por el momento, no ha habido ninguna sanción o resolución contra el régimen de Birmania, a pesar de que la ONU, que describe a los rohinyá como una etnia “sin amigos y sin tierra”, ya ha admitido que esta crisis de refugiados  no tiene comparación, a no ser que nos remontemos a los años 90, con el genocidio en Ruanda. Así lo aseguró el Alto Comisionado de la ONU para los Refugiados, Filipo Grandi.

«Hay pocos precedentes de la magnitud de esta crisis salvo si nos remontamos a la década de los años 90 en cuanto al ritmo y tamaño», afirmó Grandi.

Marta de la Fuente

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