jueves, mayo 2, 2024
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Entrevista a Ricardo Alonso, Decano de la Facultad de Derecho de la Universidad Complutense de Madrid

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Ricardo Alonso fue Investigador Visitante en la Universidad de Harvard en la década de los 90, y ha impartido Cursos de Postgrado en foros europeos (incluida la prestigiosa Academia de Derecho Europeo de Florencia) y latinoamericanos (donde ejerció durante varios años como Coordinador Científico de su Foro Permanente de Cortes Supremas constituido en Brasilia). Es desde 2014 miembro de la más prestigiosa institución jurídica de nuestro país, la Real Academia de Jurisprudencia y Legislación, y Doctor Honoris Causa por varias Universidades, entre las que se cuentan las argentinas de Buenos Aires, Salvador y Nacional de Córdoba.

Me gustaría comenzar esta sección de Togas en Estrella Digital con esta entrevista al Decano de mi Facultad por un doble motivo. Por un lado porque hace tres años y medio que comenzó su mandato y pronto habrá de nuevo elecciones y es buen momento para efectuar un balance de los logros conseguidos. Y, por otro, porque próximamente se cumplen cuarenta años desde que Ud. llegó a formar parte de la “familia complutense” como hijo y hermano de complutenses.

Antes de comenzar, muchas gracias por acceder a esta entrevista pues sabemos de lo apretado de su agenda.

Vamos a tomar como punto de partida su discurso de toma de posesión. En aquel momento le arroparon personas vinculadas a la política, a la Justicia y, por supuesto, a la universidad. Dijo Ud. entonces que encontraba la universidad y propuso recuperar la felicidad perdida los últimos tiempos. ¿Cómo surgió en Ud. la idea de presentarse a Decano?

Recuerdo perfectamente en qué momento empezó a cuajar en mí la idea de presentarme a Decano. Fue una mañana de una día cualquiera a mitad de semana en medio del curso académico. Estaba charlando con el encargado de la librería de la Facultad, situada en pleno vértice entre dos largos pasillos, teóricamente los dos más transitados de la Casa. Y tras veinte minutos de charla, caímos en la cuenta de que por ellos no había pasado ni un alma, ni del profesorado, ni estudiantil, ni del personal de administración y servicios. Y que ello no era accidental, sino el pan de todos los días. Como no concibo la felicidad en una comunidad académica desde el aislamiento y la autosuficiencia, consideré llegado el momento de recuperar la vida universitaria como primer paso imprescindible hacia el restablecimiento de la felicidad colectiva de la que había venido disfrutando durante más de treinta años.

Decía Ud. en su toma de posesión que se sentía un absoluto privilegiado por la oportunidad que le ha dado la vida de contribuir a reanimar ese cisne mortecino que preside el emblema de la Universidad Complutense. ¿Cuáles fueron sus primeras decisiones al efecto?

Mi primera decisión, pretendidamente simbólica, consistió en recuperar de las “cavernas” de la Casa un piano Steinway de 1873, que ubiqué en el Hall con un objetivo bien claro: abrir un espacio cultural a todo el personal de la Facultad, activado por todos aquellos con un mínimo de dotes musicales. A partir de ese momento, comenzó el ingente esfuerzo por acometer reformas físicas en un edificio que llevaba más de veinte años sin apenas tocarse, y cuyo desgaste se había acentuado debido a los rigores presupuestarios de los últimos tiempos. Mi objetivo inmediato, por tanto, consistió en sentar las condiciones físicas imprescindibles para rechazar cualquier discurso absentista, del alumnado y del profesorado, vinculado al deterioro de unas instalaciones que estaban necesitadas de mucho más que un buen lavado de cara. Pero al mismo tiempo y de forma paralela, comenzamos a trabajar, en un plano estrictamente académico, en la reforma de una Plan de Estudios que desde 1953 sólo había sufrido una modificación, hace pocos años, en una apresurada maniobra de aproximación al Plan de Bolonia.

Me consta que, efectivamente, ha tenido Ud. en vilo durante gran parte de su mandato no sólo a la comunidad complutense, sino a las demás Facultades de Derecho de nuestro país, en espera de un nuevo Plan de Estudios finalmente aprobado por una abrumadora mayoría.

Debo puntualizar que más que por una abrumadora mayoría, fue respaldada por la totalidad, salvo una abstención, de una Junta integrada por setenta y dos miembros, resultado del cual me siento especialmente orgulloso, así como profundamente agradecido a mi excelente y comprometido equipo (porque sin el respaldo de un buen equipo, dicho sea de paso, es impensable ejercer como buen Decano) y a los Directores de Departamento y resto del Profesorado de la Casa, que supieron debatir con rigor y honestidad sobre la base de un borrador bien trabajado durante más de tres años. Por lo demás, debo asimismo puntualizar que aun aprobado en Junta, está pendiente de ratificación por los máximos órganos competentes tanto de la Universidad como de la Comunidad de Madrid. Con todo, estoy convencido de que el nuevo Plan comenzará ya a aplicarse en el siguiente curso académico, 2020/2021.

¿Qué destacaría Ud. del nuevo Plan?

En esencia, una ampliación del radio de acción de las asignaturas troncales ahora reestructuradas, cuyo número de créditos había quedado en exceso disminuido por un Plan de Estudios ya en sí mismo de menor duración (4 años) que el de cinco años del Plan de 1953. Y ello se ha acompañado de una adaptación de su contenido a las necesidades de nuestro tiempo (con la eliminación, por ejemplo, del Derecho Eclesiástico del Estado, y la incorporación de asignaturas de nuevo cuño, como, también. por ejemplo, Derecho de las Nuevas Tecnologías o Derecho de la Inmigración).

Me consta que sus esfuerzos no se han quedado en la renovación de los estudios de grado, sino que se han extendido a los estudios de postgrado, con una importante labor de recuperación de la Escuela de Práctica Jurídica.

En efecto, esta egregia Escuela, fundada en los años 50, desempeñó en su momento un importantísimo rol en la formación práctica, como su propia denominación indica, de los Licenciados en Derecho. Una vez que ese rol vino a ser desempeñado por la Facultad misma a través del Master de Acceso a la Abogacía, fruto de Bolonia, la pervivencia de la Escuela, ubicada en pleno centro de Madrid (calle Amaniel), me la planteé en términos de alta especialización, que diera respuesta a las necesidades de un mercado laboral al que se le ha empezado a quedar corta la formación  práctica pero generalista del MAB. Todo ello en un espacio físico renovado y ofertando Cursos impartidos no sólo por profesorado universitario, sino también por jueces, altos funcionarios de la administración y abogados altamente cualificados. Y por supuesto, con precios muy alejados de las elevadas cantidades a pagar por estudios similares, muchas veces de inferior calidad, ofertados por instituciones privadas.

En su toma de posesión Ud. también recalcó la necesidad de volver a posicionar a la Facultad en el lugar de preeminencia internacional que tradicionalmente había venido ocupando, particularmente en Latinoamérica.

Veo que tiene Ud. muy buena memoria, Profesora Rayón. Así lo recalqué y en ello he puesto también el mayor de mis empeños. Baste con recordar que el primer acto visible de la Unión Iberoamericana de Universidades vino de la mano de la Facultad, que albergó en 2017 su primer Encuentro académico, consiguiendo involucrar en el mismo al mundo judicial, con participación de los Presidentes de los más Altos Tribunales de los países implicados (Argentina, Brasil, México y España). Ese acercamiento a Latinoamérica se ha ido fortaleciendo en los últimos tiempos, y ha tenido como colofón la celebración en la Facultad, hace unos meses, del 40 Aniversario de la Corte Interamericana de Derechos Humanos, con un Seminario de alto vuelo en el que intervinieron no sólo Ministros y Ex Presidentes de dicha Corte, sino Magistrados y ex Presidentes de nuestro Tribunal Constitucional (incluidos, por cierto, los ex Presidentes Mª Emilia Casas y Francisco Pérez de los Cobos, admirados y queridos profesores del Departamento de Derecho del Trabajo y de la Seguridad Social de la Casa). Y en el ámbito europeo destacaría la implantación, bajo mi mandato, del Grado hispano-italiano en Derecho con la Universidad de Bolonia, cuna de juristas, y que se viene a sumar al hispano-francés ofertado con La Sorbona. Ello en el contexto de la más amplia alianza estratégica recién nacida bajo la denominación de UNA Europa que, bajo los auspicios de la Unión Europea, nos ha venido a hermanar, además de con Bolonia y La Sorbona, con las Universidades de Berlín, Lovaina, Cracovia y Edimburgo.

Vamos ya terminando con esta entrevista, Sr. Decano. ¿Podría Ud. sintetizarme de qué se siente más orgulloso tras estos tres años de intenso mandato?.

Si de sintetizar se trata, me enorgullezco de haber avanzado en el esfuerzo por convertir la Facultad de Derecho en un centro de excelencia nutrido de estudiantes de muy diversa procedencia social. Me explico: que la Facultad se nutra de estudiantes procedentes de familias con recursos medios, bajos o incluso escasos es consustancial, creo, a su naturaleza pública, la más pública si se me apura, de nuestro país, en la medida en que absorbe un elevadísimo número de estudiantes en un contexto de carga económica en el que las tasas que estos pagan no llegan a cubrir el 15 % del coste total de su educación universitaria. Pues bien, que a tal masa estudiantil vengan a sumarse en los últimos tiempos estudiantes procedentes de familias, digamos, pudientes, capaces de sufragar a sus hijos una carrera universitaria en centros privados que quintuplican, quedándome corto, el coste de la enseñanza en la Complutense, dice mucho de nuestra Facultad, creo, como punta de lanza que empieza a romper la inercia muy propia de nuestro país consistente en identificar carestía del servicio ofertado con calidad del mismo. No ha terminado la hora de seguir revindicando una salud y una enseñanza públicas de excelencia, puntales de cualquier Estado social y democrático de Derecho que, como proclama el artículo 1 de nuestra Constitución, se precie de serlo en términos reales y efectivos.

Concluyo, Sr. Decano: ¿Se presenta a la reelección? Y de hacerlo, ¿cuáles serían sus planes para el próximo mandato si es reelegido?

La respuesta a su primera pregunta es afirmativa. Creo que es mi deber hacerlo. Hemos iniciado suficientes reformas durante este periodo de tiempo como para que sea casi irresponsable por mi parte no consolidarlas. En la Universidad casi todos los procesos de cambio son progresivos y aunque los frutos se empiezan a percibir rápidamente, necesitan un periodo de consolidación. Ya he destacado que durante este mandato hemos reformado el Plan de Estudios. En el próximo mandato, si sigo contando con la confianza de la comunidad académica, mi gran objetivo, y paso a responder su segunda pregunta, es que su implementación sea un éxito. Del mismo modo, hay que consolidar las reformas puestas en marcha en materia de investigación, internacionalización, innovación digital, empleabilidad o reforma de las instalaciones (incluida la recuperación de la cineteca y el gimnasio). Y en términos de nuevas reformas, tendría como objetivo estelar la modificación, espero que a mejor, del Master de Acceso a la Abogacía. Y todo ello en un clima que propicie, como se decía cuando yo era joven, un buen rollo compatible con el rigor académico.

Cuando Ud. llegó a su puesto como Decano de la facultad nos dijo a todos los integrantes de la comunidad universitaria que su compromiso era “devolver cada gramo de ilusión y confianza  depositada en él y su equipo decanal con toneladas de dedicación, esfuerzo, compromiso y trabajo”. Y, sin duda, lo ha cumplido. Gracias por todo, Decano.

María C. Rayón Ballesteros

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