sábado, abril 27, 2024
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De la confesión de Don Vito al baile de San Vito

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Aunque dicen que se hacía llamar Don Vito entre sus empleados y colaboradores, en alusión al protagonista de El Padrino, Francisco Correa, sentado en el banquillo de los acusados de la Audiencia Nacional, ha dado la imagen de estar, más bien, poseído por el espíritu del buenismo y la honradez. Ha admitido todos los delitos que se le imputan, aunque, dice, sin ser consciente de ellos. Ha salvado a algunos y ha señalado a otros. Sin despeinar su famosa melenilla rizada ha dejado claro, al buen entendedor, que su posible aunque siempre negado pacto con la Fiscalía Anticorrupción para contar la verdad tiene límites. El que marca la asignación de cualquier responsabilidad al presidente del Gobierno en funciones, Mariano Rajoy, y el de señalar con el dedo acusador a todos aquellos que ya están acusados y que, según ha podido saber este periódico, algunos de ellos aguardan inquietos las futuras confesiones del líder de la trama.

Las declaraciones de Don Vito provocan el baile de San Vito entre sus adversarios en el juicio, que creen que seguirá tirando de la manta con la intención de perjudicarlos. “Se ha apuntado a la barra libre. Le piden 125 años de cárcel y no tiene estrategia de defensa. Va a decir de todo, se va echar la culpa para salvar a quien él considera que debe salvar”, afirman a este diario algunos procesados en la trama ‘Gürtel’ que prefieren no revelar su nombre. Para Correa él y los suyos no eran conscientes de estar cometiendo delito alguno. Ha protegido a sus empleados y ha querido dejar claro que seguían «sus instrucciones» aunque ha llegado a decir que no conocía ni la palabra «cohecho» ni «prevaricación». Sin embargo, según él, sus ahora enemigos eran los encargados de recibir regalos manchados de corrupción, sobres, mordidas y comisiones. “Hoy su cometido ha sido proteger a Crespo y a ‘El Bigotes’ y machacar a López Viejo y a Bárcenas”, apuntan las mismas fuentes.

En concreto sus dardos han ido dirigidos este jueves al exconsejero del PP, Alberto López-Viejo, al exalcalde de Pozuelo, Jesús Sepúlveda y al extesorero del PP, Luis Bárcenas. Ha explicado que al primero le entregó un millón de euros por intermediar en una adjudicación del Ayuntamiento de Madrid, con el segundo tuvo “atenciones” como viajes y coches como símbolo de agradecimiento por los negocios obtenidos en campañas electorales municipales y sobre el último ha asegurado que le abonó comisiones de entre el 2% y el 3% derivadas su mediación en adjudicaciones de obra pública. Es más, durante el comienzo de su declaración, Correa ha revelado que su actividad en el PP comenzó de la mano de Bárcenas y Sepúlveda en los años noventa y que fueron ellos los que le mostraron el sendero de la financiación irregular. Aunque ha reiterado que siempre sin ser consciente de ello. “Es una práctica habitual en el país, en el sistema”; “En España hay muchos Franciscos Correa”; “¡Cómo no voy a hacer regalos a alguien que me está dando un negocio importante!”. 

El líder de la trama no tiene problema en hablar, aunque no diga mucho. O más bien, aunque lo que dibuja sobre sus negocios sea en realidad el retrato de una España que según él es así, antes de él y es así a pesar de él. De la primera declaración de Correa queda que los malos son los que estaba previsto que lo fueran y los demás, ingenuos, ignorantes o simplemente paseantes por la compleja trama, como Pablo Crespo o 'El Bigotes', que ha reconocido que montó con ‘empresas bólido’ para facturar de inmediato y con contratos troceados para evitar cualquier tipo de control. «Génova era mi casa», ha afirmado. 

Una actividad que cesó, ha dicho, con la llegada de Mariano Rajoy a la presidencia del PP en 2004. Y en ese momento de la declaración saltaron las alarmas. Correa exculpa a Rajoy y carga contra Aznar. “Nosotros trabajábamos con el equipo de José María Aznar. La actividad en el PP nacional cesó con la llegada de Mariano Rajoy. Crespo no tenía química con él, no había buena relación”. Se “trasladaron” entonces a Valencia donde “seguramente” continuaron cometiendo “irregularidades». «¿Qué tiene de malo regalar corbatas a Paco Camps?», se ha preguntado exaltado. 

Correa ha transmitido durante su declaración que los negocios en política para él significan un asunto sin dimensión ética. Ha admitido que practicaba el pago de sobres, mordidas, comisiones y la entrega de regalos a numerosos políticos del PP sin ningún sofoco ni complejo. Y esto sólo ha sido la primera parte. 

Marina García-Rico

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