sábado, abril 27, 2024
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La obsesión de Pablo Iglesias por hundir IU y fichar a Alberto Garzón

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La historia comienza a finales de 2008. Concretamente, en la IX Asamblea Federal de IU, cuando Cayo Lara consigue desbancar a Gaspar Llamazares como nuevo coordinador federal de la formación de izquierdas. Entonces, el apoyo de ‘los niños’ -apodo con el que la vieja guardia identificaba a los alumnos aventajados de las Juventudes del Partido Comunista- fue “fundamental para este triunfo”, relatan fuentes de IU. Y especialmente el del exsecretario general de la organización juvenil, Rafael Mayoral, y el de un profesor de la Universidad Complutense, Pablo Iglesias.

Una apuesta ganadora que les “abrió” las puertas de la organización de “par en par”. Desde entonces, todos los contratos de comunicación ya tenían adjudicatarios. Y sus voces se empezaban a escuchar. En 2011, IU contrata a Pablo Iglesias como asesor de la campaña para las generales, y ahí es donde comienza una carrera de fondo por hacerse un hueco destacado en la organización. Por entonces, Pablo Iglesias ya conducía dos programas de televisión muy populares entre algunos votantes madrileños de izquierdas: La Tuerka y Fort Apache. Y no tardaría mucho en comenzar su periplo por las televisiones nacionales. Fue un descubrimiento de La Sexta Columna. Pero pronto se lo empezaron a rifar todas las cadenas de televisión. De ahí a “asaltar el cielo” ya sólo había un paso.

En 2014, su objetivo era claro: formar parte de la lista de IU a las elecciones europeas, y así se lo hizo saber a la dirección federal. Esperó durante meses. Insistió con mensajes a algunos de los miembros de la organización con los que forjó relación durante su época de asesor. Pero finalmente, la organización decidió volver a proponer a Willy Meyer como cabeza de lista.

Eso sí, mientras la federación tomaba la decisión de volver a apostar por Meyer, los movimientos internos de Iglesias no cesaron. En un primer momento, optó por proponer primarias. Sabía que con su poder mediático no tendría ningún problema en ganarlas. Pero en vista del rechazo mayoritario que causaba esta opción en la organización (que hasta el momento elegía a sus líderes en el Consejo Político federal), decidió integrarse en una corriente alternativa que promovía la candidatura de Alberto Garzón para las europeas.

Pero esa opción tampoco fraguó. Según explican fuentes de IU, la federación de Andalucía era contraria a cambiar las reglas de juego; y Garzón “no se pudo desligar” de esta decisión. Ante la falta de opciones, Pablo Iglesias optó “por romper” con la organización y fundar su propio partido. En ese contexto surgió Podemos. En IU estaban tranquilos, todas las encuestas auguraban buenos resultados. Por ello, la sorpresa fue aún mayor. La formación morada irrumpió con fuerza en el Parlamento Europeo: obtuvo 5 escaños (con apenas tres meses de historia), frente a los 6 que obtuvo Izquierda Unida. La izquierda se volvía a dividir.

En ese momento, Iglesias determinó que no había marcha atrás. El siguiente objetivo también estaba claro: fagocitar IU y fichar a las únicas dos personas a las que quería cerca (Tania Sánchez, y especialmente, Alberto Garzón, con el que siempre mantuvo una buena relación). La estrategia, cuentan en IU, era que estas dos personas de confianza se hicieran con el control de la organización. Sánchez y Garzón eran imprescindibles para hacerse con las federaciones más fuertes: Madrid y Andalucía.

El ascenso de Tania Sánchez

Tania Sánchez, por su parte, logró lo que nunca consiguió Pablo Iglesias: que IUCM aceptara unas primarias para elegir los candidatos a las pasadas elecciones autonómicas y municipales. Después de varios intentos (todos fallidos), y de unas cuantas tertulias televisivas, consiguió convertirse en la candidata de IU a la Comunidad de Madrid. Aunque el título no le duró mucho. Después de su lucha por hacerse con el control del aparato y de insistir en que la mejor fórmula para concurrir a las elecciones era renunciar a las siglas de IU, optó por dar un paso atrás.

Ahora bien, las 'tarjetas black' y las agrias discusiones por proteger o abandonar las siglas hicieron el resto. La dirección federal, con Cayo Lara y Alberto Garzón a la cabeza, decidieron el pasado septiembre expulsar a los 5.000 militantes de la federación madrileña. Tres meses antes de las elecciones generales, IU clausuraba uno de sus principales bastiones. Una piedra menos en el camino de Iglesias, que por entonces ya había dejado claro lo que pensaba de algunos miembros de IU.

«Cenizos». «Cuécete en tu salsa llena de estrellas rojas y de cosas, pero no te acerques, porque sois precisamente vosotros los responsables de que en este país no cambie nada». “Izquierdista tristón, aburrido, amargado». Estos fueron algunos de los impactantes calificativos y duras declaraciones que hizo Iglesias en en una entrevista. Tuvo que pedir perdón por ello, pero lo cierto es que sus acciones demuestran que entre sus planes, ni ha estado ni está llegar a un acuerdo con IU, o así al menos lo ven en la organización de izquierdas.

Las primeras negociaciones que el líder de Podemos y Garzón emprendieron se truncaron por una persona: José Luis Cetella. Iglesias utilizó al líder del PCE como excusa para rechazar el acuerdo con IU. En las siguientes que se intentaron varios meses después, la excusa fueron las siglas. Podemos dejó claro que no iría en coalición con nadie y su única oferta era integrar a Alberto Garzón en su lista, nunca encabezarla. Garzón, que también quería ser candidato a la Presidencia o por lo menos intentarlo, rechazó el ofrecimiento.

El hundimiento de IU

El pasado 20 de diciembre, los resultados no fueron buenos: casi un millón de votos que se tradujeron en dos escaños. El malagueño entró en el Congreso por los pelos. Su conclusión fue clara: hay que repensar la izquierda. Y su estrategia ha sido acercarse a Podemos. Los seis millones de votos que ambas formaciones sumaron el pasado 20D les convertiría en segunda fuerza política.

Por el momento, Garzón no ha logrado grupo parlamentario, lo que supone una hecatombe económica para su organización, pero sí ha conseguido ser pieza destacada del hipotético Gobierno formulado por Podemos. Al final, su elección de no presionar a Pablo Iglesias para conseguir formar grupo con Compromís y su voto favorable a Carolina Bescansa como Presidenta del Congreso (que no consultó con el partido), podría convertirle en el primer ministro de IU de la historia, si finalmente fragua la alianza PSOE-Podemos.

“Pablo Iglesias triunfa”, reflexionan en IU, que ven clara la jugada: Izquierda Unida sin grupo parlamentario en el Congreso se ahoga económicamente. La organización no sólo pierde el mailing (casi dos millones de euros claves para hacer frente al préstamo de 2,5 millones de euros de la campaña), sino que se queda sin recursos para financiar la organización y pagar las nóminas. Además, el partido pasa al Grupo Mixto donde su voz casi desaparece y su presencia parlamentaria se difumina. En esa ecuación sólo ganaría Alberto Garzón, la única persona a la que Iglesias está dispuesto a salvar.

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