viernes, mayo 3, 2024
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Los partidos emergentes relegan a los nacionalistas a la irrelevancia

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La transformación del escenario político español no sólo lo encarna la irrupción de dos fuerzas políticas con opciones reales de arrebatar el poder al PP y al PSOE, sino también las sonoras ausencias en el nuevo mapa electoral que surgirá de las urnas el próximo 20 de diciembre. PNV y la ya extinta CiU, las dos fuerzas políticas que hasta la fecha eran consideradas decisivas en la configuración de gobiernos en contiendas reñidas han pasado a la más absoluta irrelevancia. Los nacionalistas vascos y catalanes están fuera de juego y ya no tienen la llave de La Moncloa.

La campaña electoral que arrancó el pasado 4 de diciembre ha confirmado una realidad irreversible: el poder sigue siendo cosa de cuatro, aunque ya no sean los mismos de antaño. Ciudadanos y Podemos han reemplazado a los partidos nacionalistas vascos y catalanes en el papel de 'bisagra' de cara a la investidura del próximo presidente del Gobierno.

Llegados al ecuador de la campaña electoral, los partidos que estaban fuera al inicio de la contienda lo siguen estando. IU y UPyD no han logrado meter la cabeza en una de las batallas electorales más reñidas de la democracia, pese a todas sus reivindicaciones y denuncias públicas. Así como tampoco, al menos en clave nacional, las fuerzas nacionalistas, que hasta 2011 fueron determinantes en la gestión de España. La nueva situación política española no sólo alerta de la extinción de las mayorías absolutas, sino también de las mayorías relativas con apoyo nacionalista.

Las encuestas son demoledoras con los partidos de ámbito territorial vasco y catalán. Según el último barómetro preelectoral del CIS, los vascos mantendrían la representación de 2011 (PNV 5 escaños y EH Bildu 6-7), pero en un parlamento mucho más fragmentado. Lo que cambiaría drásticamente sería la situación de los catalanes. CiU, el partido fundado por Jordi Pujol, pasa de ser tercera fuerza en 2011 con 16 escaños a desaparecer del mapa. Unió podría quedarse fuera, y Convergencia -que concurre a los comicios bajo la marca Democracia y Libertad- sólo conservaría 9 escaños.

La complicada situación en Cataluña, inmersa en un proceso independentista ya suspendido por el Tribunal Constitucional, está lastrando una campaña que le está funcionando mejor a Ciudadanos, fuerza nacida hace diez años en Cataluña pero con vocación nacional. Hoy el partido de Albert Rivera le disputa la segunda posición al PSOE. Además, En Común Podem, la facción catalana de Podemos, también podría servirle de impulso a Pablo Iglesias en el Congreso de los Diputados. 

Quedan 11 días para votar

La campaña electoral ha llegado a su ecuador y las espadas siguen en alto. Arrancó como una dura contienda a cuatro -PP, PSOE, Ciudadanos y Podemos- y continúa en el mismo punto. El PP lidera las encuestas, aunque aún sin posibilidades claras de poder gobernar. PSOE y Ciudadanos se disputan la segunda posición y Podemos resiste -cada día parece más real la «remontada» que anuncia su líder-, aunque todavía sin opciones de poder ocupar La Moncloa. Éste es el escenario que dibujó el barómetro preelectoral del CIS y que se mantiene tras siete días de caravana, mítines, un 'debate decisivo' y sonoras intervenciones en medios de comunicación.

Por el momento, la quiniela de pactos poselectorales es el mayor atractivo de esta contienda electoral. El PP ya ha dejado claro que no gobernará si no es la lista más votada, aunque la mayor incógnita se esconde tras las intenciones de los tres partidos que juntos podrían disputarle el poder. Al inicio de la campaña, el candidato del PSOE a la Presidencia, Pedro Sánchez, abrió la 'caja de Pandora' y alertó de la posibilidad de un 'tripartito' para echar a Mariano Rajoy de La Moncloa. Desde entonces, los conservadores han centrado su campaña en asustar a los votantes: «Que los españoles sean conscientes de lo que algunos están preparando», alertó Rajoy este lunes. «Me da miedo un tripartito de perdedores», insistió su 'número dos', Soraya Sáenz de Santamaría, en el debate de Atresmedia horas después.

Encuentro al que Rajoy declinó asistir y que siguió por televisión desde Doñana junto a su familia. Fue el gran ausente del primer debate a cuatro de la democracia, y aunque fue atacado por no asistir, la crítica no se ha centrado en él.

El candidato socialista, Pedro Sánchez, ha tenido que escuchar cómo al término de la cita todos sus contrincantes le señalaban como el gran perdedor. En estos siete días de campaña, Sánchez se ha esforzado por acortar distancias con el PP, aunque según sondeos internos conservadores, con quien lo hace es con Ciudadanos.

Nueva apuesta del PSOE

Las críticas no hacen sufrir al PSOE. Al menos en apariencia. Pedro Sánchez tiene claro cuál es su papel. «A mí me exigen el triple que a Pablo Iglesias porque me ven como presidente». Así resumió las críticas recibidas durante su participación en el programa El Hormigueroal que acudió este martes por segunda vez. Su concepción de la televisión es muy diferente a la de Rajoy, que lo máximo que ha aceptado ha sido conversar con Bertín Osborne en el salón de su casa o ir a hablar de tiempos pasados con María Teresa Campos. Para el resto se ha parapetado detrás de su vicepresidenta. Como también ha hecho en las banderolas colocadas en las calles madrileñas. «En el PP somos un equipo», ésta es la explicación oficial.

En lo que a los partidos emergentes respecta, parece ser que la tendencia al crecimiento se ha invertido. Si al inicio de la campaña Albert Rivera parecía imparable, hoy la imagen que transmite Ciudadanos es la de haber tocado techo. Todo lo contrario que Podemos, que arrancó con un CIS que avisaba de un clamoroso estancamiento y al que el 'debate decisivo' de Atresmedia ha vuelto a colocar en primera línea. Ambos basaron su estrategia del crecimiento en lo mismo: la sobreexposición en los medios de comunicación. 

Aunque la historia aún no está escrita. Quedan siete días de campaña y once para votar. Entre medias, muchos mítines, posibles golpes de efecto y un debate que sí podría ser el decisivo: Mariano Rajoy y Pedro Sánchez se verán en un cara a cara el próximo 14 de diciembre. Hasta ese día, todo indica que Rajoy mantendrá su perfil calmado. Sánchez, sin embargo, está empeñado en recuperar visibilidad. El pasado martes, decidió aparcar su imagen de hombre tranquilo y se puso a gritar en La Coruña ante dos mil militantes en su mitin más multitudinario hasta la fecha, para reivindicar todo cuanto su partido ha hecho por España desde la Transición. Que le oigan, aunque no le escuchen, parece su nueva apuesta.

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