lunes, mayo 6, 2024
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Los ‘méritos’ de los eurodiputados

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Más de 7.000 euros de sueldo base al mes, 4.243 euros anuales en gastos de viaje fuera de la Unión Europea, 24 desplazamientos a España pagados al año, 304 euros en dietas por día, 152 euros para reuniones fuera de la UE, 21. 209 euros al mes de presupuesto para pagar a sus asistentes, un chofer, un intérprete y cuatro días de trabajo a la semana. Estas son algunas de las cifras más polémicas que envuelven al perfil del eurodiputado. Que de la misma forma que ocurre en el ámbito nacional, su imagen cada día está más denostada. Los españoles no tienen muy claro qué hacen en Bruselas, pero sí se preguntan, y cada vez con más ahínco, qué han hecho ellos para merecer esto. Una pregunta difícil de responder.

Los españoles no tienen muy claro qué hacen en Bruselas, pero sí se preguntan qué han hecho ellos para merecer esto

Actualmente son 54 los elegidos. Y sus ‘méritos’, en la mayoría de los casos, poco o nada tienen que ver con su concienzudo conocimiento de Europa, del derecho comunitario, de las relaciones internacionales y de los idiomas. La formación académica predominante de sus señorías es el Derecho, pero no llegan a alcanzar la mayoría absoluta ni de lejos (20 de 54). Aunque en lo que sí coinciden casi todos es en su pasado político y sus relaciones con el poder: unos en el ámbito local, otros en el autonómico y otros –aunque no los que más- en el nacional. De hecho, hay alrededor de 35 eurodiputados españoles que ni siquiera han pasado por el Parlamento nacional; sino que sus ‘méritos’ son otros.

De hecho, en nuestra delegación en Bruselas hay tres exasistentes de presidentes (los ‘populares’ Pablo Arias Echevarría y Antonio López-Istúriz -ayudantes y asesores de José María Aznar-; y el socialista Enrique Guerrero Salom –asesor vocal con Felipe González-). También hay tres exministros (los ‘populares’ Pilar del Castillo y Jaime Mayor Oreja; y el socialista Juan Fernando López Aguilar). Un exsecretario de Estado para el Deporte (el ‘popular’ Santiago Fisas Ayxela). Y hasta hay una exmujer de presidente, la socialista Carmen Romero, residente en La Moncloa durante los 14 años de Gobierno de Felipe González.

Aunque ni de lejos estos son los casos más llamativos. Entre los eurodiputados españoles también encontramos carreras políticas meteóricas, que pasan de la alcaldía o concejalía de una ciudad a Bruselas, con poca más experiencia a sus espaldas que la gestión de un consistorio. Iñaki Irazabalbeitia, del Grupo de Los Verdes, sólo incluye en su currículum su paso por el Ayuntamiento de Tolosa (Guipúzcoa) como concejal. El socialista Antonio Masip Hidalgo pasó gran parte de su carrera al frente del Ayuntamiento de Oviedo, y tras una legislatura en el parlamento asturiano dio el salto a Europa. Son dos claros ejemplos de este perfil.

Es más, algunos ni siquiera han tenido ningún contacto aparente con el partido al que representan. Y con la gestión pública muy de soslayo. O por lo menos así lo recogen sus currículums oficiales publicados en la página web del Parlamento Europeo. Este es el caso de Cristina Gutiérrez-Cortines, eurodiputada ‘popular’ desde 1999, cuya única referencia con el partido y la administración pública data de 1995 a 1999, cuando fue consejera de Educación en el Gobierno de la Región de Murcia. Pero no es el único. El eurodiputado catalán Ramón Tremosa i Balcells también coincide con este tipo de perfil. Dedicado a la vida académica y a la asesoría fiscal, ocupó la Secretaría General de la Consellería de Bienestar Social de la Generalitat. Su único trampolín a la Unión Europea. Aunque verdaderamente llamativo es el caso del ‘popular’ Pablo Zalba, en cuyo currículum no hace ninguna referencia al partido y no acredita ninguna experiencia en la gestión pública. Licenciado en Administración y Dirección de Empresas, su currículum hace referencia a su paso por Arcelor Mittal, Comansa y SIC Lázaro.

Además, en el Parlamento Europeo tanto el PP como el PSOE tienen representada su cuota procedente de las organizaciones juveniles de ambos partidos. El ‘popular’ Salvador Garriga antes de llegar al Congreso de los Diputados fue responsable de las Relaciones Exteriores de Nuevas Generaciones del PP. Y el eurodiputado socialista Sergio Gutiérrez es el secretario general de las Juventudes Socialistas de España. En su caso, llegó al Parlamento Europeo de rebote. Formó parte de la lista, en el número 22, para las elecciones europeas de junio de 2009, pero no consiguió escaño. Se quedó en la barrera: el PSOE obtuvo 21 escaños. No obstante, tras la salida de Magdalena Álvarez para ser vicepresidenta del BEI ocupó su puesto. También intentó acceder al Congreso de los Diputados y al Senado en España, pero nunca lo logró.

La Unión Europea se gasta unos 1.000 millones de euros al año en los intérpretes de los eurodiputados

No existe un perfil concreto de eurodiputado, pero parece lógico que la sociedad exija un mínimo similar al que cualquier empresa europea le reclamaría a un español para ocupar un puesto similar. Conocimientos mínimos en materia legislativa, experiencia en el campo y saber un segundo idioma, preferentemente inglés, para poder comunicarse y trabajar con más agilidad. Actualmente, la Unión Europea se gasta unos 1.000 millones de euros al año en los intérpretes de los eurodiputados.

No obstante, este tipo de currículums, por lo menos en lo que a la delegación española respecta, brillan por su ausencia.

Los partidos políticos están en pleno proceso decisorio para elaborar sus listas; y vista las cifras que se manejan en el Parlamento Europeo, probablemente no le falten candidatos. Es muy habitual escuchar entre los políticos españoles ese mantra en el que se ha convertido la «jubilación de oro de Bruselas». Y parece que todos tratan de hacer los ‘méritos’ que sean necesarios para volar del nido. Aunque no siempre fue así. 2009 marcó un punto de inflexión. Los eurodiputados españoles pasaron a cobrar en torno a los 14.000 euros al mes. Hasta ese momento, los europarlamentarios percibían lo mismo que los del país de procedencia, en el caso de los españoles 3.100 euros brutos. Una importante diferencia que supuso un antes y un después en la visión que los partidos políticos tenían del Parlamento Europeo: Bruselas ha pasado de identificarse como el destierro de un político a convertirse en un premio que nadie podría rechazar.

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