miércoles, mayo 1, 2024
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Castor ya fallaba antes de empezar los terremotos

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«Mal negocio: metíamos gas limpio en los pozos y salía chapapote y agua de mar». La Plataforma Castor, que ha provocado cientos de terremotos frente al Delta del Ebro, ha sido un enorme quebradero de cabeza desde hace más de un año. De hecho, Enagas –la empresa pública que debía hacerse cargo de ella– aún no había aceptado la entrega –ni la había pagado– por los problemas de homologación que estaba sufriendo. Según fuentes de la empresa propietaria de la plataforma, los fallos de diseño del proyecto se han hecho patentes en los últimos meses, concretamente el sistema técnico norteamericano de adecuación de los pozos. Además, las mismas fuentes aseguran que en la última y reciente auditoría de seguridad de la Autoridad Marítima se habían detectado varias deficiencias que se estaban subsanando cuando han comenzado los terremotos.

Los terremotos tienen en alerta a las poblaciones del Maestrazgo –hace dos noches en Vinaroz se registraron 4,1 grados en la escala Richter–, pero también al personal que está en la torre marítima, que se están viendo obligados a poner en marcha el plan de evacuación a cada sismo, «la única alarma que no se puede desconectar desde la consola central de control de la torre», explica personal que está trabajando en Castor.

Cuando los seísmos han interrumpido los trabajos de llenado inicial de los pozos, el gran proyecto estaba pasando unos momentos críticos. Por un lado los técnicos de la compañía británica Lloyds estaban procediendo a las fases de homologación. Esta homologación era fundamental para que la gran empresa saliera adelante, ya que era imprescindible para que el Estado asumiera el ciclópeo depósito de combustible sumergido frente al Delta del Ebro. Por otro lado, fuentes de la empresa aseguran que ésta está en «una situación delicada de financiación, con algunos retrasos en los pagos».

Antes de que los terremotos pusieran en el mapa a Castor para la mayoría de la opinión pública, los técnicos eran pesimistas sobre el futuro de este colosal desafío de ingeniería. En las últimas semanas ingentes cantidades de hidrógeno estaban llegando a la torre de explotación marítima, con el fin de sellar por congelación las cabezas de algunos pozos y, sobre todo, evitar el derrumbamiento de galerías o bóvedas.

El inmenso depósito submarino –que debía albergar gas para garantizar el suministro del país durante 50 días– consta de 13 pozos, en los que hace décadas había una gran bolsa de petróleo (la explotación petrolífera Chaparral). Algunos de los pozos son de explotación y los demás para testar los sistemas. Además de los cerca de 1.300 millones que finalmente ha costado la obra, la previsión era que se subastaran 200 millones más de euros en gas colchón para empezar a probar la efectividad de galerías y pozos, a costa del Estado. Sin embargo, finalmente se asignó una cantidad ínfima para gas colchón de Castor para privilegiar otros depósitos más modestos que sí están funcionando. Otro síntoma de que la inmensa infraestructura se tambaleaba.

Fuentes de Escal, la sociedad propietaria de Castor, explican que la plataforma marítima dispone de dos sismógrafos que comenzaron registrar actividad anormal en los mismos días en que se inyectaba gas a los depósitos, «y eso que era una cantidad ínfima respecto a lo que decía el proyecto», subraya la misma fuente.

Alarma en el Maestrazgo

Los pueblos de la zona viven movilizaciones diarias y un reguero de anécdotas y alarma ante los terremotos. Y, en consecuencia, el rechazo social a la plataforma ha cobrado vida, mientras que hace solo unos meses estaba adormecida. El proyecto Castor ha sido un quebradero de cabeza social desde el principio. El proyecto técnico proponía Alcanar (Tarragona) como sede de la planta de tierra de este enorme depósito (desde la que se bombearía el gas en ambos sentidos). Pero la oposición del litoral catalán (y la Generalitat que entonces encabezaba el tripartito) desplazó la planta unos kilómetros al sur, al fronterizo Vinaroz. Los azares hicieron que la planta de Vinaroz (Castellón) se situara en el mismo borde territorial que linda con Alcanar, para mortificación de los catalanes.

Pero al rechazo social se une el problema político, ya que la alternancia ha hecho que los dos principales partidos, PP y PSOE hayan fallado a favor del depósito en algún momento de los 9 años de vida. Y un problema económico, ya que los enormes impuestos que se cobran por la actividad económica se van al garete. Aunque Escal ha mantenido en sus puestos a los trabajadores de la torre (algo menos de 100), todas las contratas aparejadas, como las de limpieza, andamiajes o logística, han rescindido el contrato y sus trabajadores se han ido de cabeza al paro.

Desde la costa es fácilmente visible la plataforma del depósito de gas, una estructura en medio del mar que rompe el limpio horizonte este que se aprecia desde la costa. La enorme riqueza marina del Delta del Ebro, la singularidad de sus corrientes marinas y de aire, o lo característico de su subsuelo ha ido llevando un proyecto tras otro a esta zona. A pocos kilómetros hay dos centrales nucleares (Vandellós), un complicado polo químico que ha envenenado el Ebro, y centrales de ciclo combinado, posiblemente aprovechando que esta zona de frontera (sur de Cataluña, norte de Valencia) está fuera de los pooos de decisión política de ambas comunidades. Hasta que, a 6.000 metros de profundidad, la tierra se ha quejado. Y ha montado un terremoto, en varios sentidos.

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