domingo, mayo 5, 2024
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Aguirre se desmorona

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Nos dice una estrella madrileña, muy confidencialmente, que algo se cuece en las cocinas del PP madrileño, en los entornos de la presidenta Aguirre y en los pasillos y despachos de Génova. Algo, también, se advierte en el Palacio de Cibeles, donde Botella aprobó su primer examen municipal ante dos viejos leones de la política madrileña y el representante de UPyD. Sí, algo se está elaborando entre sombras y silencios interesados. Nos lo dice El País, también, que por fin se anima a examinar la gestión de Aguirre, en el fondo y en las formas, y que le ha dedicado sendos reportajes dominicales en las dos últimas semanas.

Que el País se retracte sólo es una señal evidente de que algo está cambiando, pues hace tiempo que aquel viejo diario independiente de la mañana renunció a cuestionar la naturaleza de la situación autonómica madrileña, más allá de publicar lo obvio. La señal proviene de ahí y de allí, de lo que los redichos llamarían el backstage del PP. Fuentes del partido del Gobierno nos cuentan con entusiasmo que el malestar entre cargos intermedios empieza a ser un clamor y que las reacciones de Aguirre a los problemas en los que ella sola se ha enredado, empiezan a enfadar más que a desconcertar.

Bajadas de sueldos, salidas intempestivas, subidas de impuestos, nombramientos de sujetos pletóricos de inconsistencia como Manglano para dirigir los asuntos económicos en un momento crítico. Y sobre todo, la sobreprotección a su íntimo delfín Ignacio González, que ya empieza a oler demasiado a cadáver político y del que ahora todos huyen como de la peste. Aguirre sola ante el peligro, ve como su gente más capaz se marcha sin contemplaciones.

Aguirre hacía gracia, luego desconcertó, y ahora asusta. Asusta no por su autoridad, que ya está abiertamente cuestionada, sino por su falta de control de la gestión autonómica. Nos dicen que sus enfados con ESTRELLA DIGITAL por la transparencia informativa que practicamos sobre su vicepresidente, son sólo un gesto más de su declive. En Génova rechinan con insistencia los ecos de la crisis de Bankia – y se recuerdan los movimientos de Aguirre en Caja Madrid- y retumban los del déficit oculto de la señora lideresa.

Le han puesto la cruz.

Estrella Digital

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