domingo, abril 28, 2024
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El juicio contra los cinco etarras, plagado de incidantes

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La primera jornada este martes del juicio en París contra cinco miembros del aparato logístico de ETA, acusados de haber trabajado en una estructura de formación y de preparación de experimentos con explosivos hasta su desmantelamiento en noviembre de 2006, estuvo salpicada de incidentes.
En esta audiencia ante el Tribunal Correccional -para mañana está programada la última antes de que el proceso quede visto para sentencia- se repasó en detalle los elementos acusatorios derivados de la operación que condujo el 29 de noviembre de 2006 al arresto en Quézac (sur de Francia) de tres de las personas que se sientan en el banquillo: Zígor Garro, Marina Bernadó y Ekain Mendizábal.
El material encontrado en la casa que tenían alquilada en esa localidad llevó a la implicación también del que fuera dirigente del aparato logístico, Juan Cruz Maiza Artola, y de Eneko Gogeascoechea, quien se encuentra en busca y captura desde julio de 2005 y está siendo juzgado en rebeldía.
«Esa vivienda no era un lugar de almacenamiento» de explosivos, aunque se encontraron decenas de kilos de sustancias (amonal, pentrita o clorato de sodio, entre otros) y elementos para cargas y artefactos, sino que «probablemente estaba destinada para la formación y para hacer experimentos con materias explosivas», señaló la presidenta del tribunal, Nathalie Dutartre.
Según el acta de acusación, al menos una parte de todo ese material había sido comprado en diversos comercios especializados de toda Francia por Bernadó y Garro.
Para ello, utilizaron en concretó una chequera que su propietario perdió en una furgoneta robada en marzo de 2006 por ETA y que apareció destruida en junio de ese año a causa de una explosión, así como una cuenta bancaria abierta por Bernadó.
Otro de los elementos inculpatorios de peso son los vídeos sobre la fabricación de explosivos hallados en Quézac.
También se requisaron armas, municiones, material para falsificar documentos y otros elementos que sirvieron como pista para incluir más tarde numerosas pruebas adicionales al sumario.
Algunas de esas pruebas son las encontradas en un escondite clandestino en Rignac (sur de Francia), donde dejaron huellas de su paso Garro, Bernadó y Maiza, capturado el 26 de julio de 2007 en la localidad meridional de Rodez.
El papel que podía desempeñar Mendizábal en Quézac es menos evidente, pues llegó a la vivienda tiempo después de ser alquilada.
Según las declaraciones que hizo Garro a los investigadores, este etarra acudió allí para recibir un curso sobre explosivos que le impartió él mismo.
Ninguno de los cuatro imputados que comparecieron ante el tribunal quiso responder este martes a sus preguntas, más allá de reconocer su pertenencia a ETA -Maiza se identificó como «resistente y combatiente vasco»- y Garro leyó un texto en el que justificó su actitud y negó legitimidad a los jueces.
«Estamos aquí porque amamos la historia de nuestro pueblo», señaló antes de justificar los 50 años de existencia de ETA y afirmar: «para vivir dignamente, estamos dispuestos a sacrificar nuestra vida misma».
Se refirió al alto el fuego anunciado en enero pasado por la banda, con el que dijo que España y Francia «tienen una oportunidad de oro», y concluyó su discurso sentenciando que «sólo la justicia verdadera garantiza la paz».
El mayor de los incidentes de esta jornada se produjo después de que Dutartre hubiera fijado las condiciones para que los familiares y amigos de los acusados presentes pudieran acercarse a hablar.
La oposición de los gendarmes a que los cuatro acusados que se sientan en el banquillo se abrazaran con miembros del público degeneró en un forcejeo entre unos y otros durante el que se escucharon gritos como «¡Gora ETA!»
Previamente los acusados se habían encarado con la presidenta para exigirle que interrumpiera la sesión y dejara ir al baño en dos ocasiones a Maiza, suspensiones que consideraban justificadas por la medicación que toma para su diabetes.
Dutartre, a la que Maiza recriminó su actitud «fascista» -«¿es usted de la Gestapo?»- accedió tras informarse con la cárcel del tratamiento que sigue este etarra de 60 años, que pasó a la clandestinidad en 1978 y que en Francia ha sido ya condenado en dos ocasiones, la última en diciembre pasado a 17 años de cárcel.
En este proceso, Garro y Bernadó son los que están imputados por más cargos, 42 y 36 respectivamente.
El primero ya ha sido sentenciado tres veces en Francia por su actividad en ETA a tres, siete y diez años, mientras que ella fue condenada a nueve años en 2008.
La justicia francesa también ha dictado hasta ahora una pena contra Mendizábal de un año de cárcel y otra -en este caso en rebeldía- contra Gogeascoechea de tres años.

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