Ni la alarmante subida del IPC, ni la preocupación por la actitud que ha tomado Grecia emitiendo deuda a un alto precio, ni las previsiones del Banco de España rebajando el objetivo de crecimiento económico del Gobierno en una décima, ni los malos augurios que se esperan en torno al paro. No. A los inversores sólo les preocupa poder salir de las grandes ciudades en condiciones para irse a “recargar las pilas” por unos días. Y el lunes Dios dirá.
Y eso se ha notado en la jornada bursátil donde el resultado es prácticamente neutro. Si acaso ha ganado, en todo este cúmulo de circunstancias descritas, la preocupación por lo que ya se conoce como “el enigma griego” y su posible “efecto dominó”. Pero todo ello, repito, en el contexto de un escaso volumen de negocio.
Los bancos vuelven, otra vez a protagonizar las pérdidas. Siempre, repito, dentro de un contexto de atonía que ha caracterizado a los mercados este miércoles. Y, a falta de datos concluyentes, hay que mirar fuera de la renta variable para poder pronosticar lo que se avecina para el mes de abril.
Perdido marzo, que va a cerrar, ineludiblemente, con un resultado negativo, abril se presenta bajo el signo del pesimismo, se quiera o no. Y por dos circunstancias que van a influir en la liquidez de la economía española: el precio del petróleo que sigue subiendo lo que acabará por hacer disparar, aún más, la inflación, y la relativa debilidad del euro que sigue perdiendo fuerza frente al dólar y el yen, las otras divisas de referencia en el mundo.
Así las cosas, mejor que nos vayamos de vacaciones y que esperemos a ver si un milagro nos permite recuperar el optimismo la semana que viene. Por ahora, toca descansar.