jueves, mayo 2, 2024
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¿Por qué nos vendría mal que se fueran los ingleses?

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Que se vayan a donde quieran, pero que dejen Gibraltar. Una tentación muy hispana pero que puede ser una mala idea económica. El llamado 'Brexit', la opción de la salida inglesa de la Unión Europea, en el referéndum que se celebra el 23 de Junio es relevante, para toda Europa y, singularmente, para España.

Aún no se ha producido y la simple amenaza ya ha empobrecido a las empresas españolas que trabajan en Inglaterra y al conjunto de la bolsa española. En el primer caso, la caída de la libra esta deteriorando los activos españoles que ya se han depreciado un 6% en lo que va de año. En el segundo, la huida de los inversores a refugios más seguros (oro, yen y deuda alemana) ha reducido en 30,000 millones la capitalización del IBEX 35.

El proyecto europeo de España

Uno de los temores de los analistas es que un 'Brexit' podría acabar significando que otros Estados siguiesen sus pasos, dada la fortaleza de partidos populistas que reclaman la vuelta a las fronteras nacionales, como en Francia (con Marine Le Pen) o Países Bajos (con Geert Wilders) y, sorprendentemente, una parte de la izquierda europea.

En general, los proyectos políticos españoles se han basado en su carácter europeísta. La ciudadanía ha ratificado una y otra vez el proyecto de Unión Europea. Sin embargo, la crisis ha dado relevancia a movimientos que, hasta ahora, eran marginales y que no dudan en expresar su defensa de un plan B que rompería la UE. Un asesor de Alberto Garzón ponderó las ventajas de disponer de un Banco Central: según él, un estado que tiene soberanía monetaria (emite la moneda que utiliza) no necesita recaudar impuestos para poder gastar» (sic).

Los costes macroeconómicos

La amenaza del 'Brexit' ya se ha hecho sentir. Aunque España ha logrado financiarse, a corto plazo, en términos negativos, las primas de riesgo a largo plazo de la periferia europea están subiendo.

No deja de ser aleccionador, como ejemplo de la “tormenta global” que ha anunciado Goldman Sachs, que la incertidumbre política española tenga menos efectos que el temor al 'Brexit'. Tras la semana negra del miedo al referéndum, la prima de riesgo se situó en el entorno de los 155 puntos básicos. Aunque España consiguió financiarse con tipos negativos a corto plazo, el bono a diez años se situó por encima del 1,5%, mientras el bono alemán cotizó a tipo negativo.

Los mercados confían en Bruselas para resolver la situación española. Pero, en un contexto de salida, con los inversores navegando en busca de refugio para sus capitales, no es inimaginable una nueva crisis de deuda soberana que se sumara a la inestabilidad financiera que ya estamos sufriendo y que se agravaría con la pérdida de la City, el mayor centro financiero de la economía global.

Gibraltar español

La salida británica afectaría, sin duda, al contencioso de Gibraltar. La solución no será más sencilla sin el marco de cooperación que supone la Unión Europea.

Que la economía gibraltareña sufriría un serio golpe es evidente. Sufriría en términos de impuestos (exención de IVA) y de aranceles. Sin duda, los nichos de negocio de servicios financieros, a veces no muy claros, sufrirían la salida de la Unión. Pero no pueden ignorarse los efectos de esa crisis sobre los municipios españoles de la zona que tienen en el Peñón su mayor nicho de empleo, hasta 9.000 personas pasan cada día la verja, sin contar el consumo de los adinerados gibraltareños en los citados municipios.

Los gibraltareños lo tienen claro y desean la permanencia en la Unión en un 90%.

Fuertes lazos económicos

Las relaciones económicas y personales entre España e Inglaterra son más fuertes de lo que suele creerse. Hay 700 empresas de origen Británico en España y 300 con capital original español en el Reino Unido: Banco Santander, Banco Sabadell, Iberdrola o Iberia, además de los activos de Telefónica.

Inglaterra es el primer destino de la inversión directa española (y el quinto inversor directo en España) y el cuarto destino de las exportaciones españolas. El riesgo de desinversión es real en ambos países y, probablemente, dañaría más a las entidades españolas.

Recibimos 15 millones de turistas británicos al año que se reducirían ante una evidente depreciación de la moneda británica. Más de 300.000 británicos viven en suelo español, sin contar con otros tantos y tantas que pasan largas temporadas en España. 200.000 españoles viven en Inglaterra que sufrirían, mientras se negociaran acuerdos bilaterales, serios problemas en sus derechos y forma de vida.

Miguel de la Balsa

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