domingo, abril 28, 2024
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Comunidades y déficit: menos sanidad o más impuestos

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Hay una trampa cuando se culpa a las comunidades del déficit público: ¿Por qué se dice comunidades autónomas cuando se quiere decir Estado de Bienestar? Sanidad, Educación y prestaciones sociales suponen el 65% del gasto de las comunidades autónomas españolas. Animar la reducción del gasto autonómico es anunciar la reducción del estado del bienestar –especialmente el gasto sanitario- o empujar a las Comunidades Autónomas a aumentar sus ingresos vía impuestos. La cuestión es que, en muchos casos, ninguna de las dos vías parece posible.

Las Comunidades y el Déficit

Las cifras ofrecidas por el Ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro, han anunciado un déficit del 1,6% sobre  el PIB. Es cierto que este déficit incluye algunas partidas atípicas, que una vez corregidas dejarían el déficit en el 1,4%. No obstante, el doble del objetivo.

En 2015, las comunidades se beneficiaron de una reducción de gasto en intereses de 3.500 millones de euros debido a los menores tipos. Pero tuvieron reducciones de ingresos y aumentos de gastos prácticamente equivalentes que compensaron este ahorro. Entre ellos: los gastos contra la Hepatitis C, unos mil millones, y la devolución de la mitad de la paga extra a los funcionarios por unos 800.

Una cuestión es relevante: el déficit público de las comunidades autónomas lleva dos años estabilizado en esas cifras.

¿Se puede reducir gasto?

¿Es imposible la reducción de gasto? Hay quien opina que no. Un estudio de FEDEA, fundación financiada por empresas privadas, próxima a las tesis del Ministerio, firmado por Ángel de la Fuente señala: “La afirmación de que hemos llegado al hueso parece bastante arriesgada”. Se apoya en la estimación de que el gasto por habitante (sin considerar intereses) ha crecido desde 2003 en un 23%.

Por el contrario, las opiniones que se emiten desde la Fundación de las Cajas de Ahorro, indican que ya hay un corto recorrido de recorte. Jesús Fernández Villaverde reflexiona en Nada es Gratis: “¿Se puede ahorrar en las comunidades autónomas? Desde luego que sí. ¿Mucho más de un 1% o 2% del PIB? Ni de broma».

Aumentar ingresos

Las comunidades autónomas nunca han sido muy entusiastas de aumentar sus impuestos. Quizá los próximos años la situación económica mejore las recaudaciones, pero la evidencia de que no se puede tener un estado de bienestar grande con presión fiscal de estado de bienestar pequeño se abre paso.

No obstante, no falta quien advierte que no siempre hay una relación entre déficit y baja fiscalidad. Debe notarse que las seis comunidades que han aumentado su déficit (Cataluña, Extremadura, Aragón, Castilla y León, Navarra y Valencia) se sitúan, con la excepción de la comunidad castellana, entre las que tienen ya los tipos de impuestos más elevados, según el Consejo General de Economistas.

Poca inversión

Alertan muchos analistas, igualmente, de una tendencia al deterioro de los servicios públicos debido a las bajas tasas de inversión. La contención del gasto público ha afectado especialmente a los gastos de capital y se ha situado en la mitad de lo que era en el año 2003, una tendencia insostenible para el stock de capital.

¿Hay soluciones?

La corrección del sistema de financiación y el acceso a los mercados de deuda son dos argumentos recurrentes.

En el primer caso, se trata de corregir un sistema algo atrabiliario, herencia de la época de Zapatero y el tripartito catalán, pero, también, de abrir la puerta a más corresponsabilidad fiscal, a más impuestos. En el segundo, se pretende evitar que las comunidades se acostumbren a financiaciones de deuda baratas pagadas por el estado, lo que desincentiva, de nuevo, la contención del gasto.

Pero nadie es optimista. La relajación de los esfuerzos que finalmente permitirá el Gobierno, como se daba cuenta en una información de Estrella Digital firmada por Pedro Ruiz, y la gestión bilateral acordada por Montoro y las Comunidades, no mejoran ni la sensación de discrecionalidad ni la sensación de ahorro en la gestión pública. La revuelta política ha dado ligeros frutos en periodo preelectoral y ausencia de gobierno, pero no ofrece una senda tranquilizadora.

La reflexión sobre la presión fiscal está encima de la mesa si queremos estado de bienestar. Si los grandes centros de gasto, como quiere alguna formación política, por ejemplo la sanidad, volvieran al estado, el déficit, simplemente, cambiaría de sitio.

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