domingo, mayo 5, 2024
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El universo Hawking

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“Soy más famoso por mi silla de ruedas que por mis descubrimientos”, dijo Stephen Hawking durante el documental sobre su vida estrenado el año pasado. Este fin de semana salta a las carteleras una de las películas más aclamadas por los Oscar, La teoría del todo. La obra del nominado Anthony McCarten, dirigida por James Marsh, narra la vida del famoso físico junto a su primera mujer y revela el desarrollo de su enfermedad degenerativa.

El propio Hawking se emocionó al verse reflejado en la interpretación de Eddie Redmayne, encargado de encarnar al científico en la gran pantalla. Manteniendo su brillante mente activa y con un gran sentido del humor, Stephen Hawking desafió a la vida y luchó por demostrar los misterios más fundamentales del universo.

Nacido en Oxford en el seno de una familia de intelectuales, Hawking demostró desde muy pequeño sus ganas de pensar a lo grande. Sus preguntas constantes y su forma de cuestionarlo todo, lo llevaron a enfrentar teorías científicas como la del estado estacionario, en la que el universo existía y existiría para siempre, y la Teoría del Big Bang, que defiende la creación a raíz de una gran explosión.

Declarado ateo abiertamente, Hawking siempre ha defendido que la religión y la ciencia no tienen nada en común. No cree en un Dios ni en un tiempo anterior a la creación del universo, para él todo tiene un principio y un final. De esa forma, desarrolló su teoría de los agujeros negros y posteriormente la denominada Radiación de Hawking, en la que unificó la Teoría de la relatividad, la Teoría cuántica y la termodinámica.

Con apenas 20 años empezó a desarrollar los primeros síntomas de esclerosis lateral amiotrófica (ELA), enfermedad que ha marcado su vida por completo. En los años sesenta, coincidiendo con su doctorado en Cambridge, comenzó a perder movilidad como consecuencia de su enfermedad neuromuscular hasta quedar inmovilizado en una silla de ruedas. Los médicos le diagnosticaron unos dos años de vida y esto hizo que un joven Stephen se derrumbara por completo. Abandonó su tesis y sufrió una grave crisis depresiva.

En esos mismos años conoció a la que más tarde sería su primera mujer, Jane Wilde. Según Hawking, Jane le dio “una razón para vivir”: “Íbamos a desafiar al futuro juntos, Jane parecía no desanimarse por mi enfermedad y eso me motivó para esforzarme. Me esforcé al máximo pensando que no tenía mucho tiempo”. Pese a los pronósticos médicos, en 1965 se casaron, matrimonio que tuvo tres hijos como fruto.

En 1985, además de la movilidad, pierde la capacidad del habla. Durante un viaje a Suiza sufrió una neumonía y, tras varias semanas en cuidados intensivos con un coma inducido y conectado a un ventilador, los médicos le practicaron una traqueotomía ante la negativa de su mujer de desconectalo.

El famoso científico utilizó diversos mecanismos para comunicarse antes de que instalaran un sintetizador de voz en su silla. Primero usó tarjetas con letras y más tarde un sistema informático mediante palabras al qe se comunicaba por la escasa movilidad de sus manos. Gracias a eso, consiguió publicar su libro Breve historia del tiempo, un éxito de ventas traducido a 40 idiomas. “Es una pena. Me gustaba ver como la gente se empezaba a interesar por la física pero muchos sólo querían saber sobre mi enfermedad”, afirmó el físico.

Cuando perdió por completo la movilidad de las manos empezó a utilizar un dispositivo en la mejilla con reconocimiento facial. De esta forma, y hasta el día de hoy, puede escribir moviendo tan sólo un músculo de la cara con el que maneja el puntero de su ordenador.

En 1990 y después de una larga vida juntos, Stephen decide separarse de su mujer Jane, quien desde hace años convivía en pareja junto a otro hombre: “No me importaba porque creí que moriría. Necesitaba que alguien cuidara de mi mujer y mis hijos”, señaló.

Cinco años después firmaron el divorcio y Hawking volvió a casarse pocos meses después con Elaine Mason, una de sus enfermeras desde el incio de sus cuidados de 24 horas. Su matrimonio duró 11 años hasta su separación en 2006.

Actualmente, y a sus 73 años de edad, Stephen Hawking está empeñado en vivir, es su única voluntad. El cosmólogo afirma que sigue preguntándose sobre los misterios del universo, disfrutando con su familia y sus amigos y aprovechando el tiempo que se le ha dado: “He vivido con la amenaza de una muerte prematura, asi que no me da miedo morir. Pero tampoco tengo prisa por hacerlo, hay muchas cosas que quiero hacer y descubrir antes. Cada día podría ser el último y mi deseo es aprovechar cada minuto”.

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