viernes, abril 26, 2024
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Madrid

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Me encanta Madrid. No es una ciudad hospitalaria. Ni falta que le hace. Aquí no hay anfitriones que establecen cortésmente una relación de cierta distancia con el recién llegado. Es una ciudad abierta en la que tu destino en ella te lo vas marcando cada día.

Llegué a los 16 años y ahora ya estoy matriculado de espectador. Toda una vida, con momentos felices y trágicos, que en su día me gustaría finalizar incinerado en uno de esos Tanatorios de la M-30, M-40 o espero que en la futurísima y todavía no proyectada M-80.

Recordando la evolución de la ciudad y su Comunidad, vienen a la mente muchos momentos difíciles, pero tal vez existió uno decisivo. No hace tanto tiempo: En la transición se creó el Estado de las Autonomías que independizó a Madrid de un ente llamado Castilla la Nueva tal como lo habíamos estudiado en nuestro Bachillerato. En 1983 Joaquín Leguina presidió el primer Gobierno de la Comunidad. Dejó una sede, una bandera, un himno lamentable, un festival de otoño y fundamentalmente un talante. Qué no es poco.

Mientras tanto otras autonomías eclipsaban y hacían presagiar los peores augurios a Madrid, entre fastos olímpicos o Expos que acomplejaban cada día más al madrileñito de a pié.

En este escenario se consagró como gobernante Gallardón cuando en 1995 tomó las riendas del gobierno de la Comunidad. Arropado por lo que denominó el «Gobierno de los mejores», Madrid se situó en el importante lugar que esperamos siga ocupando tanto en el Eje Atlántico como en el mundo hispano.

Todo ello se realizó con trabajo, voluntarismo e ilusión. En la Consejería de Economía y Empleo que ocupaba Luis Blázquez – en la cual me honro haber colaborado – se perseguían objetivos que parecían utópicos: El pleno empleo, la incorporación de la mujer al mercado laboral, creación de polígonos industriales o captación de capitales e inversiones internacionales….

Existen dos tipos de Ministros o Consejeros de Economía: Los que como el «hombre del tiempo» nos dicen lo que ya sabemos y aventura -con solemnidad académica- unos datos sobre el futuro o los que se involucran y si es necesario cambian el tiempo por lo cual donde se pronosticaba lluvia luce un sol espléndido. O viceversa.

Está claro que Luis Blázquez pertenece al segundo tipo.

La sensibilidad política de Gallardón respaldó ese impulso ilusionante hacia lo que parecía utópico y que en sus palabras era buscar la Excelencia.

Un ejemplo conocido e incluso de consecuencias mediáticas sobre lo que parecían objetivos utópicos, era considerar a Madrid como un posible destino turístico. Hasta entonces Madrid y Turismo parecían conceptos antagónicos.

En esta nueva ilusión se dio un caso muy relevante de otra característica de aquellos tiempos: La tolerancia y el pragmatismo. Un gobierno de Centro derecha no tuvo reparos en considerar que una actriz madrileña tan declaradamente de izquierdas como Ana Belén, fuera la imagen de una ciudad que deseaba posicionarse en el Turismo llamado Cultural.

La utopía se realizó y tuvo éxito, aunque ahora parezca que todo vino del cielo.

Esta primera piedra de todo un proceso fue un acto de generosidad de Gallardón, Blázquez y de Ana Belén, que sin renunciar cada uno de sus ideas, buscaron lo mejor para su Comunidad.

Hemos citado la tolerancia y el pragmatismo. Era extensible a Gobierno, la Oposición, Organizaciones Empresariales y Sindicatos. Siempre había un último punto de acuerdo que permitió aprobar Leyes por unanimidad como la creación del Servicio Regional de Empleo.

De mi experiencia de aquellos tiempos guardo buenos recuerdos e incluso un gran afecto por múltiples personas de todos los signos políticos.

Los ciclos económicos pueden durar más que las relaciones humanas las cuales llegan en ocasiones, a romperse en un momento: En mi opinión eso ocurrió con la Guerra de Iraq que radicalizó posturas. El llamado «Tamayazo» tampoco ayudó.

Después un sangriento atentado, unas elecciones con el resultado conocido y una crisis económica que sorprendió a todos con el paso cambiado.

Con todo ello se acabó la ilusión. Comenzó la llamada crispación. Alimentada por gestores especializados de uno y otro lado.

Como en cualquier situación conviene preguntarse a quién favorece este ambiente tan poco propio de Madrid y su Comunidad. Desde luego a los que aquí vivimos no nos interesa. Personalmente me parece irresponsable, despreciable y sin futuro alguno.

Ahora parece que el único que genera ilusión es Florentino y sus fichajes. Aunque eso sería caer en el mismo error que ocurre en parte de España: Confundir Madrid con el Real Madrid. Por ejemplo: Uno ya es madrileño de adopción, pero también es «periquito» (del Espanyol o R.C.D. Español) desde la cuna.

Paco Fochs

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