sábado, abril 27, 2024
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Placer y daño, motivos del incendiario para causar un fuego forestal

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Este experto ha declarado a Efe que el fuego de Sierra Bermeja no ha sido por causas naturales, sino que «es provocado» porque «los grandes fuegos son todos provocados, sobre todo si tiene más de un foco».

Garrido ha explicado que el incendiario es un «delincuente», un «psicópata medioambiental» que actúa mal, «sabe que lo hace mal y quiere hacerlo mal, no se arrepiente» y conscientemente planea cómo prender el fuego para que arda, incluso desde distintos puntos.

Sostiene que esta gente «busca la venganza de algún tipo» y ha detallado que, a veces, han despedido a personas de los retenes de incendios y «han prendido fuego luego o provocado daño», tanto personal como material.

El psicólogo ha señalado que el término judicial es «incendiario» y tiene una catalogación diferente al pirómano, por lo que la sentencia cambia dependiendo del perfil del autor que ha provocado el incendio, que, según cuenta, son incendiarios el 90 por ciento de las ocasiones.

Por el contrario, los pirómanos no pueden controlar el impulso de prender fuego y, cuando se provoca un incendio forestal, lo primero que se busca es si hay algún pirómano en la zona catalogado, ya que «casi todos en España lo están».

El trastorno de la piromanía lo sufren personas que «tienen que prender fuego porque disfrutan del fuego», aunque Garrido ha señalado que, incluso después de haber prendido fuego, «se quedan en la zona y ayudan en las labores de extinción».

El perfil de los pirómanos es de un hombre de entre 30 y 50 años que «muchas veces ha sufrido maltrato o desapego con los padres», que «ha querido ser bombero y no ha podido» y siente placer por ver el fuego de forma «exacerbada», pero «no quiere hacer daño».

El tratamiento de este trastorno consiste en aprender a controlar los impulsos, la psicodinamia -comprender la parte inconsciente de la mente- y la terapia cognitiva conductual, es decir, «hacerles ver que tienen que frenar esos impulsos», respirar y volver a pensar «para que ese no prospere».

Garrido sostiene que se recuperan en torno al año, pero «siempre hay que tenerlos en vigilancia» porque se puede conseguir el control de los impulsos, pero «puede haber cualquier momento de su vida que vuelvan». EFE

 

A.M.

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