sábado, mayo 4, 2024
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Economía y salud van de la mano

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Estamos asistiendo en estos tiempos de pandemia que nos está tocando sufrir, a un discurso peligroso y equivocado. Vemos a demasiadas voces contándonos que la economía y la salud van separadas y se deben tratar de forma diferente. Me parece una idea muy errónea. Una sociedad enferma o que muera, hará no solo que la economía no se levante, además eso provocaría que la crisis económica y social (que ya es terrible) se agravara aún más. No hay un trade-Off entre ambas variables. Un país con la gente infectada no puede usar la fuerza laboral con eficiencia y una economía subdesarrollada se traduce en una salud media de su población baja. La economía y la salud constituyen un binomio inseparable. La economía es un determinante dentro de la salud de la población, ya que toda decisión económica afecta directa o indirectamente. De la misma forma, las disposiciones que se adoptan relativas a la salud tienen sus implicaciones dentro de la economía.

La aplicación fundamental de la economía en el campo sanitario se orienta hacia el análisis de la producción y consumo de bienes y servicios para obtener la máxima cantidad de salud posible con los recursos disponibles. Sin embargo, el impacto de la economía en el ámbito de la salud desborda los límites de la traslación de su instrumental a un sector específico y conforman un conjunto de aportaciones esenciales para la adecuada comprensión de los determinantes de aquella y las estrategias para su mejora. Así, quien casi sin excepciones sería señalado como «El economista de la salud» por antonomasia Amartya Sen, difícilmente se reconocería encuadrado en una subdisciplina tan restringida.

La crisis económica a nivel mundial está siendo y va a ser brutal. Y si nos centramos en España va a ser terrible. No solo como consecuencia de la pandemia, también porque las medidas gubernamentales tomadas al respecto o son ineficaces, o son ineficientes, o son insuficientes, o son nocivas, o incluso todo a la vez.

La deriva de la economía española va cuesta abajo y sin frenos. Además, teniendo en cuenta singularidades propias de nuestro país que dificultan la mejora de las cifras. Me estoy refiriendo por ejemplo a un mercado laboral muy rígido. Esto no tiene mucha pinta de cambiar y menos con un gobierno como el actual. En el lado de la demanda todo apunta a que veremos un incremento claro del desempleo, un descenso de la riqueza privada y un alto endeudamiento.

En lo que se refiere a la oferta, la visión no es ni mucho menos más optimista. Si vemos los datos aportados por el Banco de España, una cuarta parte de las empresas está en quiebra técnica y una de cada tres en riesgo de impago. Las pymes son las que lo están pasando especialmente mal.

Ante todo esto, tenemos a un gobierno que está superado por los acontecimientos, con miembros del mismo que se contradicen entre ellos mismos día sí y día no, seguimos sin tener unos Presupuestos adecuados al momento en el que vivimos y cuando escuchamos algo de unos posibles Presupuestos es inquietante lo escuchado, ya que se proponen cosas que van en el camino contrario al que habría que tomar en una crisis económica y social que no ha conocido España desde la Guerra (in) civil.

Tenemos Comunidades Autónomas a las que ha dañado especialmente esta pandemia y desafortunadamente también han contado con gobiernos manifiestamente mejorables. Estamos asistiendo a como nadie (ni Gobiernos autonómicos ni el Central) quieren tomar las decisiones que saben o intuyen que se deberían tomar. Nadie quiere ser el primero en tomarlas porque saben que ese tipo de decisiones costarían votos. Aquí todo el mundo está poniendo por encima los votos a las vidas. Y es verdad que hay determinadas decisiones que en la situación actual empeorarían aún más nuestra ya grave situación económica, pero si no hay más remedio y nadie acaba controlando al virus, se tendrán que tomar. Porque hay que reiterar de nuevo que la economía y la salud van de la mano. Una sociedad que no destruya este virus y que siga enfermando o muriendo, es una sociedad económicamente perdida y hundida. Si hay que tomar decisiones difíciles que se tomen, después (ya que no se ha hecho antes) habrá que poner encima de la mesa un plan de choque económico muy fuerte, para levantar este país. Hay que ponerse manos a la obra ya.

 

 Álvaro Lodares (Economista).

Álvaro Lodares

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