Algunos agoreros escribían el año pasado por estas fechas, que tal vez cuando llegase el 12 de octubre y los españoles debiésemos festejar la Fiesta de nuestra Nación, esta festividad no podría ser igual a las anteriores celebraciones, ya que a España, según ellos, le faltarían cachos de lo que era España y su territorio estaría mermado por diferentes secesiones nacionalistas.
Lo cierto es que los nacionalismos separatistas que quieren destruir a España lo han intentado y siguen en su empeño, pero la realidad como avancé tras las elecciones autonómicas catalanas es que después de aquella fecha electoral amanecería de nuevo, y lo haría también en días posteriores siendo España la nación que conocemos desde hace más de quinientos años con sus logros y sus defectos, pero la España de siempre.
Es interesante recordar como Su Majestad el Rey Felipe VI visitaba la semana pasada la sede del Parlamento Europeo en Estrasburgo, y en su brillante discurso ante los eurodiputados subrayaba la unidad de España con sus ricos matices autonómicos, además de recordar nuestro gran europeismo precisamente por ser españoles.
Ante estas palabras y reflexiones en la Eurocámara hubo quienes desde las filas comunistas eurodiputados españoles de IU prefirieron hacer su particular show circense colocando banderas anticonstitucionales, marchándose del hemiciclo, por cierto dejando un aire más limpio en el plenario, antes de comenzar a hablar el Rey Felipe y mientras estaba siendo aplaudido por más de seiscientos diputados puestos en pie.
Entre los que se quedaron sentaditos y sin aplaudir estaban los de Podemos con Pablo Iglesias al frente, que todo hay que decirlo. Curiosamente en ese mismo momento hicieron causa común de mal gusto y de mala educación con los diputados euroescépticos británicos, que además de no levantarse y aplaudir, colocaron una bandera de Gibraltar en sus escaños intentando puerilmente incomodar al monarca español.
Como los españoles tenemos un gran rey, Su Majestad Felipe ignoró todos estos desaires y pronunció su brillante discurso sin caer en ninguna zafia provocación. Pero la pregunta que nos hacíamos muchos de los que estábamos allí es qué pensarían los mismos eurodiputados británicos, que son tan dados a guardar el protocolo y se vanaglorian de las buenas maneras y la educación británica, si viniese a la Eurocámara la Reina Isabel II del Reino Unido o alguien de la Familia Real británica y se les recibiese de manera tan irreverente por parte de diputados españoles ondeando pancartas sobre Gibraltar o silbando a la Reina y no aplaudiéndola. Los tabloides de la pérfida albión no tendrían espacio para plasmar tamaña afrenta para ellos.
Pero dicho esto, no puedo olvidar que en dicha sesión plenaria de Estrasburgo por la tarde se dió otro memorable hecho merecedor de ser destacado, no es otro que los discursos de la canciller alemana Angela Merkel y el presidente francés François Hollande, quienes veintiséis años después repetían sede y gesto de lo que hicieron Helmut Kohl y François Miterrand, dando el titular a toda la prensa mundial de la famosa frase de Miterrand «Los nacionalismos son la guerra», tan clara y real que casi tres décadas después sigue teniendo su mismo significado y que en nuestra Nación, España, lo conocemos a la perfección ya que seguimos sufriendo y padeciendo esa lacra nacionalista que intenta que desparezca España y su Fiesta Nacional del 12 de Octubre.
Carlos Iturgaiz