miércoles, mayo 1, 2024
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Ante el reto del 9, un 0

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Se debe hacer raro en un Gobierno de abogados del Estado sacar un cero. Es fácil ver la circunspección circunfleja con que debe ver el Gobierno de los Técnicos Comerciales del Estado, Abogados del Estado y Registradores de la Propiedad ver cómo las formulas legales o los solemnes dictámenes del Tribunal Constitucional no apagan el fuego graneado que se avecina este 9 de noviembre en Cataluña.

Seguramente nadie ha advertido al presidente del Gobierno o a su vicepresidenta, Soraya Saénz de la Abogacía, que el terreno en que se juega el asunto catalán no es jurídico, sino emocional. Está claro que el ordenamiento jurídico vigente no permite una consulta extravagante y confusa como la que ha intentado Mas. Pero ganar eso es como cuando el Real Madrid se pasea por Cornellá y le mete cuatro en la Copa. No es para vanagloriarse, sobre todo porque ninguna sentencia del Constitucional va a solucionar lo que está pasando en la sociedad catalana. Más bien al contrario, como se ha demostrado en el asunto del Estatut.

Ninguna sentencia del Constitucional va a solucionar lo que está pasando en la sociedad catalana

Cada viernes se presenta Soraya Sáenz de Santatribulina, la maga merlina de los abogados del Estado, y plantea un frente legal para el asunto catalán, acogiéndose a enmiendas y código civil o penal. Suena a chino, ni siquiera a catalán o castellano, a quienes están viviendo la tensión rupturista en Cataluña y España. El diletantismo, la porfía de sangre fría –tipo duelo en Ok Corral entre Mas y Rajoy–, las recetas legales, lejos de calmar han llevado a todo el país a un embudo que tiene nombre de día catastrófico: el 9-N.

Dónde las iniciativas de diálogo. Dónde la imaginación del legislador. ¿Dónde los mensajes ilusionantes para seguir perteneciendo a este maltratado pero coquetón país? Por no hablar de algo de ciencia ficción: ¿Dónde se plantea un proyecto atractivo y común para todos?

Hay veces que se tienen que tener muchas ganas de ser español para ser español. Por un lado hay un desafío, por otro van saltando Púnicas y ERE’s como los bolos de una bolera al paso de las investigaciones policiales. Cuando se busca una chispa de enamoramiento, los catalanes se acaban encontrando junto a un país contracturado y contrito. Un panorama, vamos, como para querer salir corriendo.

Toda generalización tópica es un insulto a la inteligencia. Decir que los catalanes son así o asá, es una banalidad absoluta. Cada uno es como le da la gana, o puede. Por eso quienes creen que en el acervo catalán está el pragmatismo es que están ciegos y sordos a lo que está pasando.

Lo que está pasando es que empieza a ilusionar más ser un brazo amputado que seguir en el cuerpo incorrupto de Santa Teresa y el Cid Campeador. Que además de decir que somos “la nación más antigua de Europa” (Rajoy dixit, fin de la cita), hay que guardar el viejo y polvoriento recetario y buscar fórmulas para un nuevo pegamento de país.

Hay que guardar el viejo y polvoriento recetario y buscar fórmulas para un nuevo pegamento de país

Rajoy y Soraya Sáenz del Código Civil podrían caer en la cuenta de que quienes, hace ahora 25 años, derribaron el muro de Berlín, lo hicieron ciscándose en todas las leyes vigentes. Que la ley es un acuerdo de convivencia, no de represión, y mucho menos de represión colectiva. A nadie le cabe duda alguna de que Saénz de la Togas, Soraya, ganará cualquier recurso que se le ocurra poner a las extravagantes invectivas de Mas (el cadáver viviente con gesto contrariado congelado bajo las gafas). Y por cada recurso que gane, más gana el soberanismo. Que Mas perderá las próximas elecciones y Durán i Lleida seguirá siendo un díscolo con acento de payés. Pero que este es un asunto que ha saltado incluso por encima de los políticos catalanes, que surfean como pueden y mientras pueden una ola popular que va mucho más lejos. Y más deprisa.

Para ganar una convivencia aceptable por todos no se puede jugar con el viejo reglamento del Código Civil (tan respetable él), ni del Constitucional. Hay que cambiar el libreto viejo de la historia y escribir nuevas páginas con algo ilusionante. La historia sobre lo que fue Cataluña está bastante manipulada, y se puede hacer girar sobre sí misma y retorcerla hasta hacer santo a Wilfred el Pilós o canonizar a Wilfredo el Belloso. Se pueden poner cuatro barras rojigualdas o fundirlas en dos. Pero el Pilós, o el Belloso, vivieron su vida hace siglos, y lo suyo en nada alimenta a quienes hoy viven en este país. Encima, ahora mismo eso de un Belloso sería realmente inconveniente.

Si hasta los centrales del Barça se depilan las cejas.

 

Joaquín Vidal

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