jueves, mayo 2, 2024
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Una reforma necesaria y de sentido común

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Abominar del delito, compadecer al delincuente. La máxima jurídica ha estado desde el alumbramiento de nuestra democracia en la base de todo nuestro ordenamiento y su conclusión evidente es la decidida apuesta por la reinserción que lo preside. No es en absoluto una mala senda la elegida. Pero puede y de hecho nos ha llevado a muy malos cruces si se extrema o no se tiene en cuenta, al mismo tiempo, que el castigo y el cumplir la pena deben ser previos a la reincorporación a la sociedad y que es también un requisito indispensable para esa recuperación el arrepentimiento por los crímenes cometidos y la voluntad clara y firme de rehabilitarse, o sea la propia decisión de reinsertarse que corresponde a la persona.

Y es en ello donde nuestras leyes han ido dándose de bruces contra realidad y provocando en ocasiones situaciones repulsivas y que atentan contra el propio sentido común y de mínima justicia exigible. Porque en demasiados casos de gravedad inusual, y el terrorismo nos ha azotado como a ningún país en Europa, y en otros de delitos terribles contra menores y contra mujeres en los que se ha unido a la violación el asesinato la sociedad ha sentido que nuestras leyes, tan tremendamente garantistas con los derechos de los criminales acaban por dejar indefensos, ofendidos y hasta vejadas a sus victimas. Nos hemos encontrado en no pocas situaciones en la paradoja de una ley ofreciendo y actuando sobre el reo como si este quisiera esa reinserción y ofreciéndole tales beneficios cuando los sujetos en cuestión ni tienen voluntad alguna, ni de reinsertarse, ni de rehabilitarse ni nada que se le parezca y dejarlo campar a sus anchas para que vuelva de nuevo a la senda del delito. O sea, que a quien se ha dejado indefensa con esta actitud ha sido a la propia sociedad.

La formula propuesta por el Ministerio de Justicia va a tener muchísimos críticos y los primeros ya están clamando por ese «sagrado» derecho a la reinserción y diciendo que nos hace retroceder. Pero lo que no se sostiene es el argumento de que supone merma democrática. Los países más avanzados de Europa y con amplísimo pedigrí democrático lo contemplan en muchos casos en sus leyes y no cabe sobre ello mayor objeción. Porque en realidad lo estúpido y hasta la verdadera crueldad supone dejar libre a quien no debe bajo ningún concepto estarlo y se sabe que va a seguir cometiendo esos gravísimos crímenes por lo que se le ha juzgado y condenado en cuanto ponga un pie en la calle. Con un elemento que es lo que preserva la  posibilidad de reinserción. Cumplida la pena la situación será revisada cada un cierto periodo y el penado podrá siempre tener esa posibilidad para salir en libertad.

 En suma que esa figura para esos delitos me parece que no es sino responder a una realidad y dar respuesta jurídica a una laguna que creaba situaciones de verdadero esperpento y que provocaban la repulsión social. Igualmente me parece muy atinados algunos retoques en cuanto a la reincidencia y aún más lo de considerar homicidio los casos en los que el cuerpo de la victima no aparece aunque se tiene la completa seguridad de su muerte. No es necesario recordar siquiera casos concretos en la memoria colectiva de todos.

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Antonio Pérez Henares

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