jueves, mayo 2, 2024
- Publicidad -

Calentón sobre las olas

No te pierdas...

Estaba la playa totalmente desierta, un lujo que sólo los isleños nos podemos permitir en un martes caluroso, cuando los turistas escasean por la zona. Tumbada sobre un simple pareo de playa a escasos dos metros de la orilla planificaba mentalmente lo que quedaba de la semana: miércoles reunión con el gerente del hotel; el martes visita guiada al museo, jueves concierto de la orquesta local…Y así hasta llegar al domingo.

Como una pieza de carne haciendo vuelta y vuelta para lograr un moreno perfecto, no me di cuenta de la hora, ni con ello de la subida de la marea que ya empezaba a cosquillear mis pies.

Mi pareo verde pistacho comenzaba a mojarse y la sensación de frescor del agua salada ya me empapaba el interior de los muslos, azotándolos con cada ola. Me quedé quieta, esperando que la siguiente ola subiera más arriba. Me excitaba sólo de pensar la fuerza y la profundidad que tendría la siguiente ola. Una y otra ola, y otra.

Mi respiración empezaba a entrecortarse. Y mi braguita del bikini mojado por distintas razones me empezaba a sobrar. Interrumpiendo aquél glorioso momento, tumbada boca arriba entreabrí un ojo para mirar hacia mi muñeca izquierda el reloj. Tenías que estar al llegar. No había acabado de volver a girar la cara cuando por el olor noté que un trozo de sandía fresca recorría guiado por una mano mi canalillo hasta llegar al ombligo.

Durante medio segundo te odié por no seguir ese trayecto hacia un objetivo más abajo. Tiré de tu mano para que te tumbaras a mi lado. Necesitaba notarte, necesitaba notarla. Necesitaba que me aliviaras de esta excitación tonta y espontánea de un día de playa normal en nuestras vidas.

Con ojitos brillantes me miraste. Ya sabías lo que quería y desde luego no te importó. Extendiste el pareo empapado para escondernos de algún ‘objetivo’ playero. Aunque en ese momento no me importaba que nos viera nadie. Estaba obcecada en ti.

Con la delicadeza que te caracteriza, deshiciste los dos lazos a ambos lados de mi cadera que unían la parte delantera y trasera de la braguita y me acariciaste. Mi excitación era por segundos mayor. En un primer momento tu mano y la marea me hicieron llegar a un punto en el que creía que el corazón se iba a romper de bombear tan fuerte. Llegó un instante en el que tus movimientos con los dedos , me hicieron olvidarme de las olas para pasar a otro objetivo. Quería sentirte dentro, quería explotar, quería gozar como nunca. Mis manos buscaron tu bañador hasta que con la ayuda de mis pies conseguí quitártelo y te supliqué que entraras en mí.

No sé si nos estaba viendo alguien, no sé si nos vio alguien, prometo que no me importaba, ya tenía lo que quería. Era todo como un bucle. Mi excitación era máxima, y verme a mí así te puso a cien. Mientras me hacías el amor yo me acariciaba el clítoris hasta que ya no pude más. Estallé. Estallaste. Estalló el mar con una gran ola y estalló el cielo con un tormetón.

Salimos corriendo sin que me diera tiempo a atarme la braquita del bikini. Como pude me tapé con el pareo verde pistacho que al calarse dejaba entrever todo mi cuerpo desnudo, pegándose a mi piel. Ya en el paseo marítimo, enredada sobre el pareo y entremezclándome con el resto de la civilización,  me di cuenta de que no dejaba nada para la imaginación y vi como me miraban. Ahora sí que me importaba que me vieran.

Envíe sus relatos eróticos a [email protected]

El Rincón Oscuro

Relacionadas

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí

- Publicidad -

Últimas noticias

- Publicidad -