viernes, mayo 3, 2024
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¡Qué solos se quedan los náufragos!

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El Nóbel gallego Camilo José Cela escogió como lema de vida y marquesado una frase tan clásica como lapidaria: resistir es vencer. Podría ser, también, el lema de su paisano Mariano Rajoy. Para muestra, el «besamanos» espontáneo que se organizó a su alrededor en el Congreso en la recepción del Día de la Constitución. Fue el hombre del día. Si hubiera cobrado un euro por cada apretón de manos habría recolectado lo suficiente como para empezar a bajar el déficit y hacer frente a parte de los intereses de la deuda. Es la erótica del poder. Unos (los próximos), porque están al quite, pendientes de «qué hay de lo mío»; otros (los náufragos del PSOE) porque empiezan a padecer los primeros síntomas del síndrome de sumisión que apareja la derrota. A los todavía ministros y a los futuros ex de las secretarías de Estado se les ha puesto cara de alumnos en puertas de examen: temerosos, por sabedores de que lo que hay debajo de las alfombras.

El ciudadano Mariano Rajoy, el personaje por el que hace cuatro años, en términos políticos, casi nadie daba un euro, era, como digo, el protagonista de la jornada. Y su asistente más cercano parecía ser Rodríguez Zapatero, el presidente en funciones. El mismo que durante los últimos tres años en las sesiones de control de los miércoles con ánimo de mortificar al entonces jefe de la oposición, recordaba una y otra vez que la única pericia acreditada por el político gallego consistía en perder elecciones. Y, qué decir, de la dialéctica empleada en ese mismo registro durante la campaña electoral por Pérez Rubalcaba, el candidato socialista y gran náufrago del 20N.

La primera lección de lo ocurrido el 20N es que las elecciones no se ganan; que más que por los aciertos ajenos se pierden por los errores propios. La segunda es que la derrota clarea las filas de supuestos amigos y conocidos y abre el camino de la soledad. Los náufragos se quedan solos. Muy solos, como se pudo ver en el Congreso el Día de la Constitución.

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Fermín Bocos

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