jueves, mayo 2, 2024
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Nuevo gobierno: ¿para qué?

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El nuevo gobierno es un ejercicio del manejo de las contradicciones, tan habitual en Zapatero. Desde los inicios de la primera legislatura, en 2004, Zapatero no ha dejado de sorprender por sus giros y sus virajes, por los nombramientos en el Gobierno y por las definiciones en las políticas que han sido unas y otras según las circunstancias.

De este Gobierno conviene destacar el guiño a la izquierda sindical: la incorporación de Valeriano Gómez. Y a la izquierda política: Rosa Aguilar. Y el guiño a la política “tradicional” del PSOE: Jáuregui y Rubalcaba. Y a la nueva generación: Leire Pajín.

Al salir esta última de la secretaría de Organización, nuevo guiño: a la “comunidad de barones”, incorporando a Marcelino Iglesias como Secretario de Organización del PSOE. Gesto con el que se ha enfrentado a un barón en ciernes, Tomás Gómez, aupando a Trini a Exteriores.

En cualquier caso, el cambio más importante es sobre el eje mismo sobre el que pivota, y pivotará, la coordinación del Gobierno: la vicepresidencia primera y su papel de soporte y propulsión del presidente del Gobierno.

Rubalcaba, transmutado en el personaje imprescindible, se convierte en el articulador de la estrategia para resolver los temibles asuntos que acechan al socialismo español: quebrar la tendencia de crecimiento del paro; afrontar las elecciones catalanas que previsiblemente cerrarán la aventura tripartita y devolverá la realidad a la vieja melodía de CiU; y encarar las elecciones municipales y autonómicas con una situación pre electoral francamente negativa y con unas perspectivas nada halagüeñas. Y, por último, deberá diseñar el discurso político que defina y dé identidad a esta nueva etapa de gobierno: debe certificar el mensaje electoral que posibilite recuperar los puntos perdidos y, quién sabe, llevarle a él a la Moncloa.

El PSOE se enfrenta, bien es cierto que con una inesperada estabilidad parlamentaria, a una serie de retos preocupantes: Elecciones catalanas, municipales y autonómicas. Y para ellas debe tener respuesta estratégica y capacidad de encaje. En la lucha contra el desempleo, el flamante ministro de Trabajo ya ha anunciado el inicio de la creación de empleo neto para el año 2011, no se sabe si antes o después de las elecciones pero, desde luego, mucho antes de las de 2012.

Allanar el camino con guiños a la izquierda y con gestos con el socialismo que gobernó 14 años, promoviendo los rostros que identifican lo mejor de ambos, es un mecanismo práctico. Pero Zapatero deberá, sobre todo, dejar que se manifiesten los elegidos. Que adquieran dimensión corpórea ante la opinión, que se pronuncien, dejen ver, que hablen, que se prodiguen en los medios bajo la dirección de la batuta elegida. Con rigor compartido con el PSOE.

Si por el contrario su estrategia sigue pasando por sucederse a sí mismo antes de hablar de la sucesión, siendo el único polo de referencia del Gobierno ante la sociedad y el electorado, entonces todo seguirá igual. Pero con más ministros quemados, la cantera abrasada y la memoria confundida.

Rafael García Rico

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