miércoles, mayo 1, 2024
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El ‘Tsunami ZP’

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Algo pasa en el socialismo. Y no en el socialismo en sí mismo, sino en el socialismo de Zapatero. Dejando a un lado el despropósito de las primarias de Madrid o, incluso, contradiciéndome, a propósito de las primarias de Madrid, se han escuchado algunas voces cualificadas de barones e históricos del PSOE que han empezado a dudar de las cualidades en las dos vertientes de ZP: Presidente del Gobierno y Secretario General del Partido Socialista. No es de extrañar.

Uno de los primeros en lanzarse a la arena fue el extremeño Guillermo Fernández Vara y, antes, el “Padre de la Constitución” Gregorio Peces-Barba. Probablemente al Rector de la Universidad Carlos III le faltaron salud y fuerza para dar la batalla. Pero no a Guerra, Alfonso, a quien le sobra energía y lengua para llamar a las cosas por su nombre.  No tuvo complejos para llamar perdedores a quienes recibieron el  “tomatazo” en la cara. El mismo día en que el “guardián” de los valores socialistas se refería a la derrota de todos los que habían apoyado a la “señorita Trini”, otro de los barones del partido de Pablo Iglesias volvía a dar un toque de atención. Y no era la primera vez.

El Presidente Castilla-La Mancha, José María Barreda, ha dicho recientemente en un acto público que «Hay una crisis de liderazgo en la sociedad, y eso no es precisamente bueno, y desde luego, lo que no tendría sentido es que empezáramos a tirarnos los trastos a la cabeza y a repartir a diestro y siniestro todo tipo de responsabilidades, no digamos ya de culpabilidades, sin que nadie al mismo tiempo sea capaz de mirarse a sí mismo y de hacerse la autocrítica».

Desde que pronunció estas palabras, me consta, muchos medios de comunicación de ámbito nacional han querido la presencia del castellano-manchego para que definiera más todavía y arrancarle, a ser posible, que se refería a Zapatero.  Hasta el momento de escribir estas líneas no me consta que lo haya hecho. ¿Para qué, si no es necesario?

Barreda, por lo que se lee entrelíneas, y otros dirigentes socialistas autonómicos y locales, son conscientes de que ZP es un lastre. Peor todavía, es un “tsunami” que arrasa con todo lo que encuentra a su paso.

Castilla-La Mancha es un región en la que, histórica y paradójicamente, gana el PP en las Elecciones Generales y el PSOE en las Autonómicas. Así ha sido durante décadas democráticas, producto, según deciden los ciudadanos, del buen hacer de Bono y, ahora, de Barreda en esa Comunidad. Lo lamentable sería que el “tsunami ZP” acabara con una política transparente y, sobre todo, con una gestión que roza la unanimidad de criterio en muchos sectores. Castilla-La Mancha ha sido la primera Región de España que, entre otras iniciativas y en los primeros coletazos de la crisis, llegó a un pacto casi global de fomento del empleo y lucha contra el paro secundado por todos los agentes sociales e institucionales. Todos menos el PP de la Señora De Cospedal que, por motivos jamás explicados con claridad, se apartó de esta iniciativa como lo ha hecho en otras de máximo interés estratégico: la defensa del Estatuto y del agua, por ejemplo.

El caso es que el “tsunami ZP”, como todos los desastres de la naturaleza, no discriminan entre buenos y malos. Y entre los buenos, además de Barreda, puede haber otra víctima que no merece la resaca monclovita. El que en otro tiempo pudo ser “delfín” de Bono, Emiliano García-Page, actual Alcalde de Toledo, está llevando a la capital castellano-manchega a unos niveles de excelencia que jamás había conocido la Ciudad Imperial ni, por supuesto,  imaginar sus ciudadanos. Y ahí está, creo, como otros buenos gestores socialistas, cruzando los dedos para que la “Gran Ola Zetapista” no suba a contracorriente, desde el Puente de los Franceses, por el Manzanares hasta el Tajo y arrase con una obra que, en cuatro años, ha sido inmensamente superior a tres legislaturas completas del PP.

Los ciudadanos de Castilla-La Mancha pueden contener el “Tsunami ZP”, que siendo ruinoso, no sería tan  destructor y doloroso como el que se está gestando en las cavernas. Y de las cavernas, generalmente, no suele salir nada pacífico.

Alfonso García

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