jueves, mayo 2, 2024
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Negociación con ETA

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Más allá de discrepar, me cuesta entender la insistencia reiterada (y especialmente el modo) de Jaime Mayor Oreja sobre la existencia de una supuesta negociación del Gobierno con ETA. Vuelve una y otra vez a ello, antes, de modo más recatado, diciendo que estábamos en el «descanso» de una negociación que se volvería a poner en marcha, ahora -como ayer- afirmándolo taxativamente y añadiendo que, como contrapartida a lo que resulte, ETA ayudara al presidente Rodríguez Zapatero a ganar las elecciones.

Si el ex ministro del Interior tuviese alguna prueba, debería ponerla inmediatamente en conocimiento tanto de los tribunales como de las instituciones representativas, forme o no parte de ellas. Pero ni entonces ni ahora aporta pruebas ni indicios mínimamente fiables, lo que, para una acusación tan grave, no deja de escandalizar en una persona de tan larga carrera política y de tan altas responsabilidades en el pasado reciente. Tanto es así que sus sospechas, si es que son tales, resultan, sin otros datos, un insulto a la inteligencia y a los modos exigibles en el debate político.

Da la impresión, en el mejor de los casos, que el eurodiputado basa sus sospechas en asuntos colaterales o meramente subjetivos, es decir, en nada serio que podamos tomar en consideración más allá de sus elucubraciones personales o su dolorido estado de ánimo. Entre lo subjetivo, es evidente que no sólo recela, sino que odia al Gobierno actual y al partido gubernamental. Ya dijo en otra ocasión que no podía creer en nada al PSOE y vino a dar una bofetada a sus compañeros del País Vasco colocando su entente con los socialistas en el limbo: el que manda es Rodríguez Zapatero, López vendría a ser una marioneta, y así no hay nada que hacer. Ni allí ni en ningún lugar. Vamos, que en vez de ser el PP el que ha hecho lehendakari a un socialista va a ser ETA la que haga presidente a un socialista. El mundo de Mayor Oreja puede tener incluso lo que se llama, como un mantra para lo absurdo, «lógica interna», pero más allá de su cerebro es imposible participar de él.

El único dato colateral que aporta el ex ministro es que proliferan los intermediarios. También los documentos pretendidamente «políticos». Pero los «intermediarios» no son en este momento tales, sino emisarios de la banda y sus secuaces que, afortunadamente, como los documentos de la izquierda abertzale, no encuentran otro eco que el interesado de Mayor Oreja. Le convendría al dirigente del PP, ya que no convence ni a los suyos, un poco de calma. Y de oportunidad: porque exhumar sus manías en un día como el de ayer, coincidiendo con el entierro del último asesinado por la banda, es de una inoportunidad pasmosa.

Germán Yanke

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