sábado, mayo 4, 2024
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Una posición Real y realista

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El largo fin de semana, marcado por la Nochebuena y la Navidad, ha girado informativamente en torno al tradicional Mensaje de Su Majestad el Rey, repetido hasta la saciedad, ante la sequía informativa, por radios y televisiones, y criticado como otros años por los nacionalistas que no se sienten cómodos con la actual Constitución, o por quienes han querido ver demasiada influencia gubernamental en las palabras reales.

Un mensaje ,centrado precisamente en el treinta aniversario de la Constitución, que marca un hito histórico, porque como ha reconocido el propio Rey, esa Constitución, aprobada en Referéndum en 1978 es la que ha dado a nuestro país el mayor periodo de paz y de prosperidad y que, construida sobre la concordia y el consenso, el respeto mutuo y la tolerancia, ha propiciado las mejores conquistas de una democracia avanzada, al tiempo que ha articulado un nuevo Estado autonómico y ha asegurado la estabilidad y el progreso del país.

Quizás lo único que la Constitución no ha conseguido ha sido el final del terrorismo, una plaga que, aunque atenuada por la eficacia policial y la colaboración internacional, continua siendo uno de los principales problemas que tiene planteada la sociedad española.

En ese aspecto el Rey ha pedido la unidad de los demócratas, la unidad de todos los partidos políticos, algo que afortunadamente se esta logrando en esta segunda legislatura después de una serie de enfrentamientos que sólo han servido para dar alas a una organización terrorista que esta más débil que nunca.

Seguramente, lo más novedoso del discurso real sea el tiempo que ha dedicado a la crisis económica, una crisis sistemáticamente negada por el Gobierno y convertida, junto con el paro, en el problema número uno del país y para la que no parece que se hayan encontrado soluciones definitivas quizás porque a la crisis internacional hay que añadir la propia crisis de la economía española y al hundimiento de un modelo económico que tardará años en cambiarse.

El propio Rey no ha tenido más remedio que reconocer que no existen recetas mágicas y que para volver a las tasas de crecimiento de los últimos años que superaron a todas las previsiones de los organismos internacionales es necesario más eficiencia y competitividad, más preparación educativa para las nuevas generaciones y, sobre todo, más innovación tecnológica.

Un discurso, en fin, más enraizado en la actualidad y en esa preocupación de la ciudadanía por el desempleo, en unos momentos en los que nuestras tasas de paro superan a las de todos los países de la Unión Europea.

Algo que, conscientemente, ha ignorado el Rey en esa especie de resumen del año y de retos de cara al 2009 ha sido el papel de la Monarquía, atacada desde distintos frentes y que, por primera vez en la historia de nuestra democracia, ha recibido todo tipo de insultos, criticas y acusaciones, muchos de los cuales han terminado en los Juzgados.

La biografía de la Reina publicada por la periodista Pilar Urbano ha contribuido aun más a esas criticas ya que Doña Sofía, según la controvertida periodista, ha entrado en temas políticos nacionales e internacionales que en determinados círculos se han convertido en auténtica “piedra de escándalo”.

El año que termina, no sólo ha sido un «annus horribilis» para un país que ha vivido alegremente en el consumo, y en la inversión inmobiliaria especulativa, sino que para todos los servicios de estudio todo lo que ha ocurrido servirá de prologo a lo que viene. Un 2009 lleno de dificultades porque es bastante probable que la recesión en la que estamos se convierta, posiblemente, en depresión prolongada.

El Rey ha manifestado su confianza en el país, en su clase dirigente y en los empresarios y sindicatos, pero, eso, con ser importante no es suficiente mientras por parte del poder establecido, que todavía ha sido incapaz de articular un discurso coherente sobre lo que esta pasando, y lo que puede pasar no haga todo lo posible para evitar que ese pesimismo generalizado (fruto de un oficial optimismo engañoso) termine incidiendo aun más en lo que se nos viene encima.

José Oneto

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