jueves, mayo 2, 2024
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La mejor encuesta, una percepción acertada

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A un día de que finalice la campaña más reñida de los últimos tiempos, en Estados Unidos se respira incertidumbre. ¿Qué tipo de visión se impondrá en los próximos cuatro años? ¿La mentalidad económica del buen gestor (Romney)? ¿O el programa social del buen pastor (Obama)? Las encuestas oscilan según la cercanía ideológica con el candidato, si bien la mayoría confirman el segundo mandato del Presidente en detrimento del aspirante republicano. El Pew Center sitúa los porcentajes en un 50% Obama-47% Romney, a la espera de los indecisos. El Instituto de sondeos Gallup, por su parte, situaba por delante a Romney tras la celebración del último debate televisivo. Algunos modelos estadísticos, como el elaborado para New York Times por Nate Silver le dan a Obama un 83,7 de probabilidades de ganar el martes, e incluso las casas de apuestas -como Betfair- respaldan la sensación de que el Partido Demócrata volverá a tener un presidente en la Casa Blanca. Hasta aquí lo científico, lo riguroso, lo estudiado.

Pero nada de esto sirve cuando la mente del ciudadano se llena de percepciones. Porque cuando el norteamericano salga a la calle mañana martes a votar no lo hará influenciado por las encuestas y estudios elaborados durante meses. El ciudadano que vive en Ohio, Virginia, Florida o Carolina del Norte, se hará las siguientes preguntas: ¿a quién de estos dos candidatos puedo considerar que es «uno de los míos»? O al menos, ¿quién se acerca más a la visión del mundo y de la sociedad que tengo? Y mientras se está respondiendo a esas preguntas, de inmediato le asalta otra no menos relevante: ¿en manos de quién deseo dejar el futuro de mis hijos? Según como responda, así será la papeleta que escoja.

Eso es lo realmente importante e interesante. La impredecibilidad del corazón y necesidades humanas, que por mucho que se estudien y calculen, siempre acabarán por sorprendernos. Por eso los candidatos han volcado su estrategia de las últimas semanas en acercarse a esa percepción, potenciar la identificación de intereses y motivaciones de los electores con su causa y hablarles a la gente de las soluciones y no tanto de sus problemas (que ya saben cuáles son).

Y ni siquiera la irrupción a última hora del huracán Sandy, que ha aprovechado mejor el Presidente, en un alarde de gestión y venta de imagen notable, ha hecho que vislumbremos un ganador claro de la contienda.

Así vimos como ayer, Obama, a la desesperada, opta por sacar de nuevo a Clinton al terreno de juego, intentando volver a levantar los corazones defraudados que enamoró en 2008, sin comprender que su marca ya no vende igual que entonces. Romney, una vez captada a la troupe más conservadora de su partido llevando de ticket a Paul Ryan, centra sus últimos mensajes sólo en el terreno económico, intentando explicar que ser millonario es el camino más sencillo para quien aún cree en el sueño americano.

En suma, Washington se acuesta con la incertidumbre de quien será el inquilino que gobernará su casa más emblemática los próximos cuatro años: si el buen pastor o el buen gestor. La percepción tendrá la respuesta.

Fran Carrillo
Director de La Fábrica de Discursos
Asesor internacional de discurso y oratoria política

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Fran Carrillo

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