Resulta esperanzador comprobar que en los tiempos que corren, de codicia y corrupción, aún es posible encontrar halos de luz que iluminan caminos de solidaridad y entrega a los demás. Éste es el caso de Cipriano González Sánchez, el ‘mesías’ toledano del siglo XXI, que lleva toda su vida dedicada a ayudar a los más pobres de manera totalmente desinteresada. Como un ángel caído del cielo, o al menos eso piensan sus vecinos, Cipriano llegó a la ciudad de Toledo. Lo hizo en calidad de fraile, miembro de la congregación de Los Carmelitas Descalzos, aunque unos años más tarde le tocaría tomar una de las decisiones más difíciles de su vida: abandonar la carrera religiosa y ponerse a trabajar.
“Era muy duro para mí ver a mi familia pasarlo mal. Cuando mis padres venían a verme al convento y me decían que no tenían para comer, a mí se me hacía muy duro continuar allí, así que decidí ponerme a trabajar”, relata entristecido a Estrella Digital Cipriano. “Yo sé lo que es pasar hambre y vivir penurias, por ello creo que siempre he sido muy sensible a este tipo de problemas. Ayudar a los más necesitados siempre fue una prioridad en mi vida”.
‘El amigo de los pobres’, apodo cariñoso con el que le conocen a Cipriano Sánchez en Toledo, nació el 26 de agosto de 1936, pocos días después de estallar la Guerra Civil, en la pequeña localidad de Mensalbas y en el seno de una familia muy humilde. Siendo aún un niño se trasladó a la provincia de Soria para, como él mismo afirma, descubrir las calamidades de la vida junto a sus ocho hermanos. De allí es de donde guarda su primer recuerdo como ‘buen samaritano’. “Nunca se me olvidará”, recuerda Cipriano con lágrimas en los ojos. “Yo ya era fraile en Santa María de Huerta cuando una niña muy pobre, idéntica a una hermanita que tenía yo, vino a pedirnos leche. Tenía doce hermanos y su padre estaba muy enfermo. Traía una lechera con una capacidad para tres cuartos. Yo le pregunté que si con eso tenían para todos y ella me dijo que no, que esa noche ella no tomaría y se la dejaría para sus hermanos. Eso me conmovió”.
Cipriano comenzó dando de comer a los pobres con leche y galletas sin él apenas tener un pedazo de pan que llevarse a la boca. Una vocación infinita por hacer el bien que le ha llevado a ser identificado por sus vecinos como “un ángel de Dios” y le ha premiado con el cariño y la admiración de propios y extraños que consideran magnífica su entrega a los demás. Sencillo y bondadoso, el ‘amigo de los pobres’ nunca ha tenido tiempo para él. Primero fue su familia; y luego todos aquellos que reclamaron su ayuda.
“Me salí de fraile y al poco tiempo comencé a trabajar en una multinacional. Todo el dinero que ganaba lo invertía en mi empeño de ayudar a los pobres”, cuenta Cipriano. Su primera meta fue la de dar a su familia todo aquello de lo que él se había visto privado durante la infancia. “Cuando comencé a tener un sueldo, lo primero que hice fue preparar una casa para que pudieran venir a vivir conmigo mis padres y mis hermanos”. Una vez cumplida su primera meta, continuó con su siguiente propósito; ayudar a todo aquel que lo necesitara. Nunca le importó estar trabajando, estar cansado o tener que atender sus obligaciones familiares. Para él, su principal objetivo en la vida siempre fue el mismo: atender a los pobres. Humilde como el que más, insiste en que el mérito no es sólo suyo. “Movilizaba a todo el mundo para que me ayudara. Yo solo no hubiera podido trasportar todos los alimentos que me donaban. Siempre conté con la colaboración o bien de mis compañeros de la empresa o bien del Ejército, que solían poner a mi disposición camiones para facilitar el trasporte de los alimentos que reunía después de visitar y contar mi proyecto por todas las fincas de la provincia”.
En 1953 funda la ONG “El socorro de los pobres”
El proyecto crecía por momentos. Su nombre ya resonaba por todas las esquinas de Toledo. La admiración de sus vecinos ya era palpable y él se vio en la necesidad de constituirse como entidad. Así fue como fundó en 1953 su propia ONG, llamada “El socorro de los pobres”, hoy en día ubicada en la Bajada de San Martín, en un pequeño edificio que el Ayuntamiento de la ciudad le cedió para llevar a cabo su actividad.
Su ‘casa’, la cual Estrella Digital ha tenido la oportunidad de visitar, está distribuida en varios habitáculos. En ellos Cipriano organiza todos los alimentos, ropa y juguetes que las empresas, las instituciones y los particulares le donan para repartir entre los más necesitados. “Siempre en buen estado. Aquí no repartimos nada inservible o estropeado”, aclara Cipriano.
Las bolsas que prepara y reparte entre los “que están en el paro, tienen pensiones muy bajas o son inmigrantes” son de ocho kilos y contienen alimentos básicos como arroz, aceite, pasta, azúcar, tomate y garbanzos, además, de algún que otro regalo como camisetas o bolsas de deporte. Normalmente se fija un día oficial de reparto, no obstante, cualquiera con necesidad puede acudir a su ‘casa’ el día que quiera. “Aquí siempre estamos abiertos”, explica González.
Cipriano, el ‘mesías’ de Toledo
Lo cierto es que ya no es fácil encontrar por el mundo a gente tan buena y dinámica como Cipriano. De ahí la admiración que despierta entre sus vecinos. Todos se paran a saludarle y a demostrarle su cariño. “¡Qué tenga un buen día Cipriano!”, es probablemente la frase que más se oye si compartes unos minutos con él en el número 6 de la Bajada de San Martín. El guía turístico, el repartidor de prensa, todos se paran -vayan andando o en coche- a darle los buenos días a uno de los hombres que más hace por su comunidad.
Un ser extraordinario es lo que el señor González es. Si no no habría argumentación posible para explicar esa vitalidad, que después de más de cincuenta años dedicado a los demás, aún le caracteriza. Él dice que ya está mayor, pero los que hemos tenido la suerte de compartir unos minutos con él podemos dar fe de que no es cierto.
Ataviado con su ya mítica bata blanca, Cipriano sigue acudiendo día tras día, como ya es una costumbre desde que se jubiló, a su ONG. “Aquí siempre hay cosas que hacer. Recoger, limpiar, ordenar…éste es mi día a día”, nos relata el ‘amigo de los pobres’. Nunca está solo. Los vecinos al completo, así como su familia, están comprometidos con la causa que un día, hace ya más de medio siglo, Cipriano empezó.
A veces le cuesta reconocer su mérito. “Yo no podría hacer nada sin la ayuda que me brindan los demás: el Ayuntamiento, el Ejército, las empresas de la provincia, los medios de comunicación y los vecinos de Toledo”, explica el que un día fuera nombrado “Monteño Distinguido” por la tierra que le vio nacer. Grandes personalidades han pasado por su ‘casa’ y todas han admirado la labor que este exfraile realiza en la ciudad de Toledo.
Después de 75 años transitando por este mundo lleno de miserias, habiendo sobrevivido a una Guerra Civil y habiendo vivido verdaderos momentos de desesperación por la falta de un trozo de pan que llevarse a la boca, Cipriano solamente se declara abiertamente enemigo de una cosa: el dinero, y en consecuencia, la corrupción que éste genera. Nunca quiso romperse la vida cayendo en el absurdo de aquellos que piensan que son más ricos porque más poder material que nadie poseen. Éste es el principal motivo por el que en su ONG jamás entró ni un real, ni una peseta, ni actualmente un euro. “Yo no quiero dinero. A todo aquel que viene a donar dinero le pido que acuda al supermercado y canjee la cantidad que estime oportuna por comida o ropa que yo luego pueda repartir a los necesitados”, explica este buen samaritano.
Para aquellos que os pregunten quién es Cipriano Gónzález Sánchez, sólo hay una respuesta posible: un hombre de gran corazón, lleno de bondad y en cuyo semblante, la sonrisa y las lágrimas, se alternan como muestra más que evidente de la gran sensibilidad que alberga su alma.
Más información sobre la ONG «El socorro de los pobres»
Bajada de San Martín, 6. Toledo. España
Tel. 925.22.10.27 TOLEDO
Elsa Sardina Vejo