‘Sansón y el león’, la pintura de Rubens que se suma al patrimonio cultural de Madrid
La Comunidad de Madrid protege oficialmente la obra maestra barroca Sansón y el león, una pintura que refleja la genialidad de Pedro Pablo Rubens y su legado artístico en Europa

El Gobierno regional ha decidido incluir la pintura Sansón y el león, del célebre maestro barroco Pedro Pablo Rubens (1577-1640), en el catálogo de Bienes de Interés Cultural (BIC). La medida, aprobada por el Consejo de Gobierno de la Comunidad de Madrid, reconoce la relevancia artística, histórica y patrimonial de este imponente lienzo.
Considerado uno de los mayores exponentes del Barroco europeo, Rubens dejó en esta obra una muestra sublime de su virtuosismo. La escena, inspirada en el episodio bíblico de Sansón, destaca por la riqueza técnica que exhibe: un dominio total del color, una composición audaz y una interpretación anatómica magistral que captura el dramatismo del instante.
El cuadro impresiona por su intensidad. La tensión física y simbólica entre Sansón y el león atrapa al espectador, guiado por el juego de luces y la energía que emana de las formas heroicas.
El realismo nórdico y la herencia clásica, unidos en una misma obra
Más allá de su evidente impacto visual, Sansón y el león representa un cruce de caminos estilístico. En sus figuras se entrelazan la influencia de la Antigüedad clásica —visible en las proporciones y la fuerza heroica de los cuerpos— y el detallismo naturalista de tradición flamenca, una seña de identidad del propio Rubens.
La obra pertenece actualmente a una colección privada, aunque ha tenido un recorrido notable a lo largo de los siglos. Su estado de conservación es muy satisfactorio, tanto en el lienzo como en el marco de madera tallada y dorada que lo acompaña, y que se mantiene al menos desde el siglo XIX.
Un viaje por la historia del coleccionismo español
El lienzo ha sido testigo privilegiado del gusto artístico de la realeza y nobleza española. Su primer destino fue el Salón Nuevo del Real Alcázar de Madrid, en tiempos de Felipe IV, un monarca que mantuvo estrechos lazos culturales con Flandes. La presencia de esta pieza en el Alcázar refleja la sofisticación estética de la corte y su admiración por los grandes maestros europeos.
A lo largo del tiempo, la pintura pasó a manos de reconocidos coleccionistas. En el siglo XVII formó parte del patrimonio del Marqués de Leganés, y ya en el XIX integró la colección del Infante don Sebastián Gabriel de Borbón, figura destacada en la vida cultural del momento.
La decisión de declarar BIC esta obra protege un tesoro del Barroco y preservando también una parte valiosa de la historia del arte en España.