La final de Luis Enrique: una reivindicación silenciosa tras la 'patada' de Rubiales en 2022

En el deporte, como en la vida, el tiempo acaba poniendo a cada uno en su sitio. Este sábado 31 de mayo, a partir de las 21:00h, Luis Enrique se sentará en un banquillo, pero no será el mismo en el que se sentó Luis Rubiales el pasado 11 de febrero.
El técnico del Paris Saint-Germain (PSG) tendrá un asiento en el banquillo local (aunque no quiere decir que lo ocupe) del Allianz Arena de Múnich para disputar la final de la Champions frente al Inter de Milán, que jugará como visitante.
Y Rubiales, el presidente (que ya no lo es) de la Real Federación Española de Fútbol que echó a Lucho sin demasiadas contemplaciones en 2022, ocupó en febrero el banquillo de los acusados en el juicio por el beso no consentido a Jenni Hermoso.
Luis Enrique: un deportista entre el amor y el odio
Hablar de Luis Enrique crea controversia: o se le odia o te cae bien. Así, sin medias tintas. Principalmente, por su carácter. No es precisamente un entrenador que pase desapercibido. También su planteamiento sobre el terreno de juego puede generar opiniones divergentes. Al final, todos llevamos un entrenador dentro.
Pero en la noche de este sábado 31 de mayo, Lucho disputará su segunda final de Champions como entrenador (en 2015 la ganó al frente del FC Barcelona), y las apuestas apuntan a que el PSG se llevará el título, aunque el partido hay que disputarlo. Pero Luis Enrique estará en la zona técnica de un terreno de juego... mientras que Rubiales, el presidente que lo echó de la Selección Española, tendrá que verlo (si lo ve) desde su casa.
A Lucho lo echaron después de la eliminación de España en el Mundial de Catar en 2022, tras una tanda de penaltis para olvidar frente a Marruecos. Ni siquiera llegamos a Cuartos. Dos años antes, el técnico asturiano nos había llevado hasta las semis de la Euro 2020. Pero no hubo título para el combinado nacional.
Rubiales repitió con Luis Enrique el modus operandi que empleó con Lopetegui
Sin embargo, al margen del análisis técnico-deportivo que pudiera hacerse de la decisión que adoptó en 2022 la RFEF, con Luis Rubiales al frente, lo peor fueron las formas. Rubiales repetía modus operandi: con Julen Lopetegui (actual seleccionador nacional de Catar) fue incluso peor.
A Lopetegui lo echó dos días antes de que la Selección debutara en el Mundial de Rusia, con el pretexto de que el Real Madrid había anunciado su fichaje y que en la RFEF lo desconocían (algo totalmente incierto, según supo en su momento ESTRELLA DIGITAL).
Y esta noche, el fútbol devuelve la pelota a un Luis Enrique que no necesita ni reivindicarse él ni que lo hagamos los periodistas. Se fue de la Selección sin hacer ruido. Pero hoy lo hará en el Allianz Arena de Múnich.
Luis Enrique nunca ha sido un seleccionador convencional. Ni lo ha pretendido ni se ha molestado en gustar. Y esa forma de ser no está bien vista en el reinado de la hipocresía, en el que decir lo que uno piensa debe estar por debajo de lo que los demás quieren escuchar.
Luis Enrique, el técnico que ha conseguido al mejor PSG sin grandes estrellas
Esta noche, en Múnich, Luis Enrique no se juega sólo una final de Champions; se juega una reivindicación silenciosa. Salió de la Selección sin alimentar polémicas. Y, al frente del PSG, simplemente ha hecho lo que mejor sabe hacer, aunque Rubiales no le dio la oportunidad: construir un equipo competitivo.
Con el Paris Saint-Germain ha logrado lo que parecía imposible: que el equipo dejara de depender de sus estrellas. Sin Mbappé como absoluto protagonista, el PSG es hoy una máquina coral. Y ese proyecto deportivo sólido que hoy disputa la final de la Champions tiene una firma: la de Lucho, la de Luis Enrique.
Él está donde le corresponde... y Rubiales también. En el deporte, como en la vida, el tiempo acaba poniendo a cada uno en su sitio.