A vueltas con la Transición española, la democracia, y los viejos y los nuevos tiempos, David Gistau y Salvador Sostres han vuelto a demostrar hoy en el espacio Herrera en Cope que no tienen pelos en la lengua y que no se casan con nadie.
De sus discursos no se libró ni el fallecido expresidente del Comité Olímpico Internacional Juan Antonio Samaranch, del que recordaron su vinculación al régimen franquista.
Por un lado, Gistau precisó que «Samaranch militó en el deporte y también en Falange, aunque no es un personaje políticamente feroz ni tiene las manos manchadas de sangre, pero fue procurador en cortes, no hay que dulcificar su biografía, representa un tipo de personaje español que la Transición legitima».
Según él, «si naces y durante tu juventud y tu etapa madura tienes que vivir en un país que tiene un régimen que luego va a ser cotejado como espantoso, tienes que acomodarte a ese régimen. Tienes que aceptar que ciertos personajes se mimetizan al mismo tiempo que el propio país, pero falangista lo fue desde los 18 años».
Aunque para Sostres «Samaranch es el catalán más importante del siglo XX», su compañero de tertulia insistió en que «en ciertas mutaciones biográficas hay una hipocresía que es muy propia de la alta burguesía catalana, que ahora tiene unas ínfulas pero que saludó la entrada de Franco en la ciudad como un liberador que venía a imponer el orden».
Para Salvador Sostres, «en Cataluña había una parte de personas como Samaranch que trabajaron con el régimen, otros que se proclamaban antifranquistas pero que hacían negocios gracias al Régimen, y otros que no los hacían y su manera era estar militando en el PCE, que era más totalitario que el franquismo».
El colaborador del espacio que presenta Carlos Herrera quiso remarcar que «lo que sí sé es que Franco y el franquismo ganaron la guerra, y Franco murió en la cama. Nadie muere en la cama si no tiene una parte importante del país a su favor», por lo que subrayó que «quien trajo la democracia a España, aunque sea provocador decirlo, y no lo soy, no fue Lluis Llach, ni Serrat, ni el PCE, ni Manolo Sacristán, sino el franquismo, que se desmanteló y se convirtió rápidamente a la democracia en un esfuerzo brillante en la Transición».
En este sentido, Gistau indicó que «todo esto forma parte de la falta de aceptación de la Transición tal y como se hizo por parte de la nueva izquierda, que cree que la Transición está hecha y que la guerra aún hay que ganarla, que es lo que mueve al callejero de Madrid, a Podemos, a hacer pasar la Transición por una especie de supervivencia franquista, que seguimos gobernados por Franco desde la ultratumba lo que provoca un revanchismo anacrónico completamente contrario a los nuevos tiempos».
M. Arroyo