sábado, abril 27, 2024
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Natalia Millán: «El que diga que está contento ahora en este país es tonto»

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-Regresa nada menos que como madrastra de Miguel Ángel Silvestre…

-Efectivamente. Es el hijo de mi marido Rafael, el creador de las fastuosas Galerías Velvet, al que da vida Tito Valverde, y con el que tengo además una hija, Miriam Giovanelli, cuyos intereses tendré que preservar, aunque choquen con los de Rafael. Tengo que hacer lo que cualquier madre haría.

-Al ser la mujer del dueño supongo que no le faltarán vestidos…

-Vamos a ir guapísimos todos. Yo voy de alta costura, es maravilloso. La estética está muy cuidada porque es el marco de lo más de la moda. Llevo unos modelos impresionantes, incómodos por ir encorsetadas, pero que favorecen mucho.

-Usted era de las que le gustaba que la identificaran más con el teatro…

-Bueno, llevo muchos años simultaneando teatro con tv. Hice muchos años teatro, aunque mucha gente cree que empecé en «El Super». Mi amor es el teatro, pero la televisión me ha hecho descubrir y aprender muchas cosas porque es un registro actoral distinto, en el cual un pequeño gesto tiene un valor añadido que en el teatro puede pasar desapercibido. Se administra el gesto de forma diferente y eso también te enriquece como actriz.

-Y que supongo que le ayuda en sus proyectos teatrales…

-Es que lo más maravilloso de la TV es que desde el sofá de casa puedes traer espectadores a la butaca. Es un capital maravilloso que no se puede desaprovechar. Cada vez que hago un montaje en teatro, ha venido a verme gente desde Francia, Italia, Rusia, Cuba, Alemania, sitios inimaginables, porque te conocen de las series de tv y les gusta tu trabajo y vienen a verte. Tengo mucho respeto a la TV por esto.

-¿Por eso utiliza cada vez más el teatro a actores televisivos?

-Quiero pensar que cualquier proyecto busca actores solventes que puedan sacar adelante esos personajes, pero ser una cara conocida de TV es un plus que puede traer gente.

-Lo malo es que cada vez va menos gente al cine, al teatro…

-Ahora mismo sí, pero ese descenso no es sólo en este sector: Las dificultades que está pasando el país y nosotros en particular son muy grandes, las cosas no funcionan bien y hay que intentar que esto mejore porque sino no sabemos dónde vamos a llegar. A cualquiera que se le pregunte si está contento dirá que no. El que diga que sí debe ser tonto porque la situación del país es terrible y nadie puede decir lo contrario.

-Al principio usted recordaba «El Super». ¿Ha evolucionado la forma de hacer ficción desde entonces?

-No, no ha evolucionado. El cambio más llamativo es que se graba en digital, que no es una ventaja sino un atraso, le quita mucha magia al proyecto.

-Usted sí parece haber evolucionado. ¿Se imaginó alguna vez haciendo un espacio como «Mira quién salta»?

-Supongo que es porque estamos en un moemnto en el cual decir que no a un trabjo es un pecado, pues no sabes cuál va a ser el último. Saltar no me gusta, era un desafío para mí y jamás en la vida se me habría ocurrido hacerlo. Mi mente me decía que era un suicidio y he superado ese instinto de superación de mi vida.

-¿También ha evolucionado la profesión de actor?

-Ahora los actores se forman muchísimo, tienen una conciencia de su formación intensísima. Querer formarte en muchas disciplinas no se veía muy bien, pero ahora saben que tienen que formarse en lo interpretativo y su cuerpo y su voz, y cuantas más cosas mejor. Hay una conciencia de la formación muy gtrande, pero la parte negativa eas que todos quieren resultaados muy rápidos, y eso, como en casi todo en la vida, no funciona. De todas formas debo decir que a mis compañeros jóvenes les veo muy serios con su trabajo.

-¿Por eso va a trabajar también con jóvenes en «Dreamland»?

-Bueno, yo ya he grabao mi parte, como dueña de un cabaret. Es un personaje muy camaleónico y divertido y la serie va a estar muy bien.

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