jueves, mayo 2, 2024
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Nuestro común amigo

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Seguramente ningún escritor haya alcanzado en vida tanta fama como Charles Dickens. Sus novelas, escritas generalmente para ser publicadas por entregas, despertaban una enorme curiosidad a ambos lados del Atlántico y el público agotaba unas ediciones que iban, poco a poco, adelantando unas tramas que merecen el título de folletín aunque limpio de ninguna connotación peyorativa.

Las novelas de Dickens, siglo y medio después, siguen siendo altares literarios. Además de por la calidad intrínseca del ‘culebrón’, por la calidad de la prosa, la magistral descripción de ambientes, los impecables diálogos y, sobre todo, los maravillosos personajes que pueblan las numerosas páginas de cada uno de sus libros.

fue la última novela que Dickens completó. Como tal puede considerarse una culminación de su estilo, aunque quizás no llegue a la excelencia de David Copperfield o Casa desolada. Sin embargo, es una novela grandiosa, donde aparecen más personajes memorables que en ninguna otra: desde el abnegado Rokesmith hasta la mimada y bellísima Bella Wilfer, pasando por el indolente Eugene Wrayburn –un claro antecedente del futuro dandy característico en Oscar Wilde–, el buscador de cadáveres, la modista de muñecas, la solterona de alta sociedad, el primo de un Lord y el resto de figuras que parecen extraídas de la misma realidad.

El libro, largo, se lee fácilmente y es una de esas novelas decimonónicas donde aparentemente no pasa nada. Pero nadie como Dickens para construir ambientes y mostrar personajes como si fuera un periodista haciendo una crónica de sociedad. Este libro se disfruta desde la primera a la última página mientras parece que uno se traslada a Londres cuando era la capital del imperio victoriano.

A Dickens se le suele achacar cierto deje ñoño. Cierto es que en casi todos sus libros el contraste entre personajes bondadosos y malvados es claro, exagerado. Pero, de modo análogo a Frank Capra en el cine, en Dickens lo dulce no resulta empalagoso. Y el contraste es magnífico para criticar una sociedad que estaba llena de hipocresía. Pocas páginas en la literatura inglesa son tan mordaces y despiadadas con sus propios paisanos como el universo dickensiano. Nuestro común amigo es un perfecto ejemplo donde ni ricos ni pobres se libran de los feroces, irónicos y divertidísimos aguijonazos de un escritor al que la crítica no quiere comprender.

o es una magnífica novela, como casi todo lo que escribió este famosísimo narrador. Dickens, en su última obra, era tan sabio que despejó la trama principal antes de la mitad sin que el libro pierda un ápice de interés. Clásicos como este son los que hacen palidecer la novela de nuestros días. Lamentablemente Nuestro común amigo no resulta de tan común lectura.

(Our mutual friend)

De Charles Dickens

Traducción de C. Miró.

Novela. Espasa Calpe 2008.708 pp.25,90 euros

: www.espasa.com/Nuestro-común-amigo_52_1553

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