domingo, abril 28, 2024
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Out and In (?)

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En Londres hay un prestigioso club, militar y naval, conocido como el «In and Out» porque en una sede anterior la entrada de carruajes estaba indicada con un enorme «In» y la salida con otro enorme «Out». Ya que en el Reino Unido mucho se hace al contrario que en «the Continent», como conducir por la izquierda, podría elaborarse una ficción improbable, pero no imposible, de las andanzas del Brexit que le llevase del «Out» al «In».

Casi nadie creyó que ganarían el referéndum los partidarios del «Leave». Imprevisión culpable porque los sondeos indicaban su victoria. ¡Hasta los «Bookmakers» apostaron por el «Remain»! Ni siquiera los partidarios del Brexit elaboraron una hoja de ruta. Algo fascinante conociendo el amor anglosajón por la elaboración de planes de contingencia en los que se analizan todos los escenarios posibles.

En este caso nadie había previsto la salida. Desconcertante. En realidad, los más desconcertados son los propios británicos que una vez consumado su asesinato de la Unión, la europea, la nuestra (y quizás también, más adelante, el fratricidio de la suya, la de Inglaterra, Escocia, Gales e Irlanda del Norte) se han despertado contemplando con estupor un magnicidio imprudentemente deseado.

Del mismo modo, en la UE, con el puñal británico clavado en la espalda, imperó el asombro y el despecho tras el crimen. «Out is out» afirmaron rápidamente el Presidente de la Comisión, Juncker, y el de Francia, Hollande. Varios ministros europeos de Exteriores dijeron: «Salgan inmediatamente».

Debiera imponerse, pues, la prudencia

No todo el mundo tiene las mismas prisas. Entre ellos Merkel, que no quiere precipitarse, y, sobre todo, los propios ingleses. Debiera imponerse, pues, la prudencia. No es recomendable hacer planes solo en función de un abandono de la UE por parte del RU ni mostrar excesivas alegrías por el repliegue de Albión por varios motivos.

En primer lugar, porque el RU tendrá fuera de la UE un encaje próximo CON la UE en lugar de EN su seno; en segundo lugar, porque siendo los británicos malos enemigos no conviene irritarles en demasía; y, en tercer lugar, ¡porque igual no se van…! Millones de británicos están pidiendo ya un segundo referendo.

Nada más evidente que una marcha gradual de la UE por parte del RU y nada más evidente, asimismo, que han brotado en el RU importantes resistencias a irse de la Unión. Algunas tendrán, eventualmente, consecuencias a medio/largo plazo como una posible independencia escocesa, para volver a ingresar en la UE, y una unificación política de toda la isla irlandesa al ser Irlanda (Eire) miembro de la UE.

Sin embargo, aunque sea, en principio, una ficción, no convendría descartar algún escenario que llevase del Out al In, a la permanencia. Es una especulación válida en tanto el RU no presente su instancia de salida y ello iba para largo hasta que la sucesión del dimitido Cameron por Theresa May se ha acelerado. Cameron no quería iniciar el procedimiento de retirada y lo dejó para quien le sucediese al frente del Partido Conservador y del Gobierno.

May ha nombrado a dos antieuropeos como David Davies y Boris Johnson

El Parlamento tendría que sancionar el resultado del referéndum consultivo, señalan importantes constitucionalistas británicos. Aquí empiezan la cábala imaginativa, improbable pero posible según el derrotero que siga May. Argumentando que el resultado de la consulta fue apretado (4 puntos), que son cada vez más evidentes los perjuicios para el RU del abandono europeo y que muchos abogan por una segunda oportunidad para quedarse en Europa, Westminster podría aplazar su decisión si la nueva Primera Ministra decidiera convocar unas elecciones adelantadas, algo con cierta lógica ante la magnitud del Brexit y teniendo en cuenta que May no es quien ganó las elecciones de 2015.

Si los nuevos diputados saliesen elegidos con un mandato para mantener al RU en la UE, el Parlamento bien podría no tener en cuenta el resultado de la consulta habida o, más arriesgado, convocar otro referéndum. ¿Política ficción? ¡Sin duda!  Pero ya se sabe que a veces la ficción supera la realidad.

Como en Europa nadie quiso oficialmente la salida del RU, un «finalmente, me quedo» británico solo podría ser bien recibido. Moderen su entusiasmo quienes se alegran de la salida del Caballo de Troya de los muros europeos.

Sin embargo, May ha dicho que respetará el Brexit y ha nombrado a dos antieuropeos como David Davies, en un nuevo ministerio para el Brexit, y Boris Johnson, para el viejo Foreign Office. Esta es la realidad presente. Pero el RU tiene aún que superar el shock divisivo del resultado.

El nombramiento del estrafalario Johnson al frente de la diplomacia es sorprendente. Parece que la “Prime Minister” prefiere controlarle dentro del gabinete, pero adjudicar la diplomacia a quien ha insultado antes al mundo entero y especialmente a los políticos europeos no se antoja un acto amistoso de May, una mujer que podría superar la dureza de Lady Thatcher.

 

Carlos Miranda

Embajador de España

 

 

Carlos Miranda

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