viernes, mayo 3, 2024
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La rebelíon de los soldados

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Ustedes me conocen a través de mis escritos, porque suelo describir grandes acciones y heroicidades. Y aunque hallo hueco para las críticas – faltaría menos-, quizás se me puede acusar de no escribir sobre el lado oscuro del combate, como en la Guerra de las Galaxias. Existió, existe y existirá, mientras los ejércitos estén compuestos por seres humanos y no por robots sin sentimientos.

Quizás la guerra moderna más oscura de los últimos años, fue la de Vietnam. Por supuesto que todos ustedes conocen la historia y no voy a entrar en detalles de cómo comenzó.  La guerra del Vietnam fue uno de esos conflictos extraños en que un bando – los norteamericanos y survienamitas -, vencen en todas las batallas importantes pero pierden la guerra. El caso de los yanquis resultó aún más sangrante, ya que la mitad de esa guerra la perdió en casa. Sin entrar en el fondo de si fue justa o injusta, necesaria o innecesaria; aquel conflicto que tanto han hecho los integrantes de esa gran nación por olvidar, tuvo una serie de peculiaridades que se han procurado obviar.

La primera de ellas fue la drogadicción de las tropas.

Lo que comenzó como un consumo tolerado de Marihuana, ya que liberaba a los soldados del estrés del combate, se transformó en una red estructurada de tráfico de heroína hacia los EEUU, manejada por militares y proveída de “material”, por la oficialidad corrupta survienamita. Tan solo un dato. En 1971, el ejército norteamericano sufrió 5000 bajas en combate mientras que 20.000 soldados eran ingresados por sobredosis. Es posible que ese nivel tan alto de consumo de estupefacientes estuviese detrás de determinadas masacres cometidas por patrullas de soldados.  Al fin y al cabo todos sabemos de lo que es capaz un tipo con el “mono”.

Los soldados prestaban servicio en Vietnam durante un año y después volvían a casa

Pero quizás,  lo peor, lo más alarmante, fue el “fragging”. Resultó ser una auténtica rebelión de los soldados contra los oficiales ineptos y novatos.  Fragging es la abreviatura anglosajona de fragmentation grenade (granada de fragmentación). La moral de los soldados fue bajando exponencialmente en el transcurso de los años. A ello contribuyeron, entre otros, dos factores que nunca las autoridades supieron manejar. El primero fue la contestación interna, avalada por las crónicas que los periodistas mandaban desde el frente. La sociedad americana no entendía que coño pintaba su país en una guerra a ocho mil kilómetros de distancia. Para ellos estaba claro que los comunistas de Vietnam del norte no iban a montarse en barcos e iban a desembarcar en Florida, por ejemplo. Se trataba de un razonamiento lógico que llevaba a la conclusión de que por lo tanto, no eran un peligro para el país. 

Luego estaba el sistema de rotación. Los soldados prestaban servicio en Vietnam durante un año y después volvían a casa. Eso significaba que cuando un soldado empezaba a ser veterano, se marchaba. Aparte lo humano es que cuando ya queda poco para marcharte, procures no correr peligro alguno. Otro de los aspectos relacionados con este sistema absurdo de reemplazos, consistía en el efecto Johny. Consistía en que cuando llegaban los novatos,  siempre alguien le decía: “chaval, no te preocupes por otra cosa que mantenerte con vida, total a tu novia ya se la está tirando Jonhy”. Lo cual en muchos casos era cierto.

Pero si la rotación de los soldados era constante, la de los oficiales era mayor. Y lo que es peor: muchos llegaban con la intención de ganar ascensos y medallas, ya que como es conocido, es más fácil subir en la escala, estando en combate que en los aburridos destinos cuarteleros.

Sin embargo, entre los soldados existía un dicho: “no hay nada más peligroso en combate que un oficial novato”. Y tenían razón. Al menos en aquella locura.  Así que inventaron el fragging, procedimiento que consistía en dos fases. La primera era “olvidar” un pasador de granada en la almohada de la cama del oficial. Si este seguía empeñado en poner en riesgo la vida de sus hombres, se pasaba a la segunda fase. Esta consistía simplemente en asesinar al oficial, durante una patrulla, reventándole a base de lanzarle unas granadas. Dispárale hubiera sido más complicado de explicar ¡Luego se reportaba que había pisado una mina, que habian caido en una embosboscada y punto!

Las autoridades militares pasaron de puntillas por el asunto, tan solo investigaron unos mil casos pero apenas hubo condenas. Se cree que hubo muchísimos asesinatos de mandos, disfrazados como bajas en combate.  Fue una auténtica rebelión de unos soldados desmotivados, tratados como asesinos por sus conciudadanos y olvidados por los políticos.

Fue la cara oscura de una conflagración que cambio Estados Unidos y quizás la forma de informar sobre los conflictos armados. Aquella guerra fue la última en que no se estableció censura de prensa. 

A partir de ahí ya nunca más volvió a saberse la verdad.       

José Romero

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