domingo, abril 28, 2024
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Dejadme en el caos

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Bueno, pues parece que todo se va aclarando poco a poco y las piezas de este puzzle encajan con sentido. Ya sabemos, por ejemplo, que la clave para ganar o perder las europeas, que el gran secreto hábilmente guardado sobre el futuro del Continente vía PSOE/PP, reside en decidir si el aspirante Cañete es o no un machista.

Quién nos iba a decir que el sueño más o menos utópico de Adenauer, Monnet, Schuman, Gasperi, Adenauer y algunos otros se podría truncar por el más que dudoso machismo del pobre Cañete. Pero así están las cosas en esta España de pensamiento profundo y reflexivo a unas horas de las elecciones: Valenciano que se aburrió de estudiar Derecho o Cañete al que le resulta difícil debatir con una mujer, el Real con todos sus cristianos millonarios o el Atleti con sus cholos de difícil peinado. Tanto da aunque las pantallas ganen a las urnas.

Y también sabemos, por ejemplo, que para cambiar un mundo que no nos gusta a tantos, la mejor vía parece ser apedrear coches de ministros y/o políticos en general sin que, ya puestos, esté de más quemar contenedores, romper escaparates o asaltar -de forma moralmente ejemplar, por supuesto- un par de supermercados. Liarse a pedradas contra un coche no parece una reflexión muy intelectual, desde luego, pero quién habla de eso; se trata de cambiar el sistema y si lo que hay que hacer es imposibilitar por la fuerza que alguien exponga sus ideas en una universidad, pues se hace y punto.

Todo juega a la dispersión en un país convulso que vive dentro de una UE muchas veces incomprensible

Aquí ya vale todo, vale que Izquierda Unida se revuelva ante la Junta Electoral contra la presencia casi continua en debates de televisión de algunos líderes que compiten en la carrera de las europeas, como el caso de «Podemos», de Pablo Iglesias, aunque parezca como el viejo dicho de que entre bomberos mejor no nos pisemos la manguera. Pero por el otro lado pasa más de lo mismo así que nada parece virar hacia la necesaria reflexión que conduzca a una cierta unidad. Todo juega a la dispersión en un país convulso que vive dentro de una Unión Europea muchas veces incomprensible.

Y no hay más que echar un vistazo al mitin de Valenciano en Barcelona no tanto por ella como por los invitados de lujo que se trajo. A saber: primer ministro francés, Manuel Valls, expresidente Felipe González, y el candidato de los socialistas europeos a la Comisión, Martin Schulz. Y aunque la ausencia de Rubalcaba cantaba un poco, no es mala compañía si no fuera porque Manuel Valls acaba de pillar en Francia la tijera de los recortes al mejor estilo Rajoy, el partido socialdemócrata de Schulz gobierna en coalición con la conservadora señora Merkel y el expresidente González no descartaba hace un par de días seguir ese ejemplo, en caso de necesidad, desde luego, ante el rugido de la propia Elena Valenciano.

Todo se va aclarando poco a poco; pero si es este el orden que se nos viene encima, dejadme con el caos de antes.

Andrés Aberasturi

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