Dicen que todo se pega, menos la hermosura. Mentira. A Zapatero, por ejemplo, ni aunque hubiera estado todo el día con Wyoming o ni aunque se fuera de «erasmus» a su programa durante todo un año, se le pegaría su sentido del humor.
Por mucho que se parezca a Mr. Bean, el expresidente no tiene gracia. Ni la tenían las medidas que adoptaba cuando estaba al frente del Gobierno, ni la tiene ahora cuando ejerce de ciudadano o de escritor. El hombre lo intentó en El Intermedio, usó la mejor de sus sonrisa de modo permanente, pero no tiene gracia. Qué le vamos a hacer.
Quizás lo más gracioso que dijo durante su visita al programa de La Sexta fue que «la gente de color tiene condiciones más claras para el baile», tras mostrarle las imágenes en las que Obama aparecía bailando en el programa de Ellen DeGeneres. Humor socialista.
Talante, quizás. El mismo que volvió a decir que tenía cuando comentó que a lo mejor pedía a amigos suyos que compraran las memorias de Aznar para que éste pudiera vender más ejemplares, «porque es bueno que otros vendan también libros», o con el que dijo que veía «muy bien» que Belén Esteban vendiera más que él.
El «sketch» de Wyoming y ZP en el cementerio, por llamarlo de alguna forma, cambiando ejemplares de sus respectivos libros sobre la tumba del expresidente, que podría haber sido el momento «culmen» del programa, se quedó en nada precisamente por la sosería de su exseñoría (por aquello de rimar).
Ni tan siquiera otro vídeo, donde le recordaron el lapsus que tuvo en 2009, cuando en una conferencia de prensa dijo «follar» en vez de «desarrollar». Lo más que hizo fue levantar sus cejas, las míticas, y reconocer que fue «terrible», que le bombardearon durante todo el día a bromas. ¿Las entendería? Me temo que no con tanto «talante» y tan poquita gracia.
La mosca