El tifón (huracán) Haiyan (o Yolanda) ha arrasado Filipinas causando muerte y destrucción a su paso en especial en la provincia de Leyte y la ciudad de Tacloban. Los vientos de 300 kilómetros por hora y las olas de seis metros se han llevado las vidas y los hogares de miles de personas por delante. Hasta cuatro millones de niños se han visto afectados y se teme gravemente por su futuro. Las imágenes de la devastación son terribles. Y se han hecho las tareas de prevención que han sido posibles. Todo debido a una catástrofe natural… hasta cierto punto. No es lo mismo un fenómeno atmosférico que un terremoto.
A nadie se le escapa que parece haber una relación entre algunos fenómenos meteorológicos extremos y el cambio climático causado mayoritariamente por la actividad humana. Sin poder establecerse una relación de causalidad directa, resulta de los informes científicos, incluidos los del Panel Intergubernamental de las Naciones Unidas para el Cambio Climático (PICC), que este tiene una incidencia en el carácter extremo del clima y este supertifón es un ejemplo de ello. Los ciclones se forman en los mares cálidos en función de la temperatura del agua, que es su motor, y el calentamiento global influye en esta. Si la temperatura sube de dos a seis grados de aquí a fin de siglo estos fenómenos van a más con seguridad. Los huracanes, como los casos del Katrina (2005) y el Sandy (2012) en los Estados Unidos, están aumentando en intensidad progresivamente, en particular por el aumento de la altura de las olas y la velocidad de los vientos.
Deberíamos ser todos, pero sobre todo los gobiernos, más conscientes de estas conexiones entre catástrofes y medio ambiente cuando se adoptan decisiones sobre la reducción de emisiones de Co2 en el planeta. Como una forma de protesta radical se ha propuesto por parte de ONGs medioambientales a la Organización Meteorológica Mundial, que es la que pone nombres genéricos a los huracanes, que estos lleven nombres de políticos negacionistas del cambio climático. Lo cierto es que si no seguimos adoptando medidas, estamos abocados a sufrir cada vez con mayor frecuencia este tipo de desastres no tan naturales.
Los principios de solidaridad, responsabilidad colectiva y equidad intergeneracional están en juego cuando hablamos de temas medioambientales. Ahora las víctimas de huracán de las Filipinas necesitan ayuda.
Julio Vives