lunes, abril 29, 2024
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Amy de la Ceja

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Son los que reparten los carnés de progres, son los que marcan la senda obligada de lo correcto, son los que colocan el sambenito y mandan a la hoguera con el cartel de «facha» a todos aquellos que osan salirse de su parva, son los que se llevan las subvenciones, hacen cortos, se disfrazan de músicos a Nueva York y no se quitan el traje de intelectuales (que ya han sentenciado que solo ellos pueden serlo) ni para meterse en la cama. Entre ellos, por supuesto.

Las andanzas de la pareja Mulas-Alameda, en sus diferentes interpretaciones es quizás, y más allá de los enjuagues, seudónimos y diferentes disfraces para llevarse los cuartos y hacerse costear sus arrumacos en suites neoyorquinas, el mejor retrato de esa presunta intelectualidad española, autoconsiderada por ellos mismos como buenos, justos, éticos, morales, defensores de las causas nobles y, en suma, estupendos. Ellos, los progresistas, y por tanto y por simple axioma, los otros, una siniestra pila de orcos al servicio del mal y los señores oscuros.

Las andanzas de la pareja Mulas-Alameda son el mejor retrato de esa presunta intelectualidad española

La tal Irene Zoe Alameda, alias Amy, su marido, pareja, socio, contratista o lo que sea, Carlos Mulas son la cara impresa en la moneda, la figura del cuño de toda esa casta que desde hace decenios marca, dirige, hegemoniza, juzga, señala y juzga la separación entre los buenos y los malos, la luz y la tiniebla, la inteligencia o la caverna. Y no es necesario decir quienes son ellos.

Las correrías que ahora se van sabiendo de estos dos personajes, amparados en la sigla y viviendo tan ricamente a costa de nuestros impuestos, son un compendio de lo que se ha perpetuado como el mejor pesebre nacional, que además lejos de avergonzar, da lustre, brillo y esplendor intelectual. No han dejado de tocar una tecla donde se extrajera un euro. Por aquí pillo para unos cortos que hacemos entre unos amiguetes y que luego da igual que al estreno no vengan ni ellos, un grupo de rock con mi hermano y una suite con vistas en la Gran Manzana, aunque disco lo que se dice disco no se haya oído ninguno, una dirección del Instituto Cervantes en Copenaghe o un contrato con la fundación del marido, firmado con nombre falso y como si no nos conociéramos de nada y luego, ¡que gracia!, ¡que tontos sois!, ¡que divertido! Si es un juego literario muy gracioso que graciosamente se pagaba a razón de 0,26 euros por golpecito en tecla, aunque fuera un espacio en blanco.

Pues bien, vayan tomando nota. Hasta del escándalo sacarán partido. Como poco les da para un guión, para un papel, para una serie, para pillar de aquí o de allá, para seguir siendo estupendos y progres, para seguir dándonos lecciones. Para seguir dándonos los premios Goya. Que es lo que ahora nos toca y donde un año más nos darán la nochecita y nos inundaran de doctrina. Pues nada, que al que viene los presente Amy. Y que le den además un premio. De lo que sea.

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Antonio Pérez Henares

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