jueves, mayo 2, 2024
- Publicidad -

Un Halloween muy caliente

No te pierdas...

Cuando abrí los ojos descubrí que ellas ya no estaban conmigo en la cama. Por un segundo pensé que todo había sido un sueño hasta que encontré unas bragas negras debajo de mi almohada y la marca de un chupetón en mi pecho. No sé cuándo abandonaron el calor de mi cama, pero a medida que me desperezo los recuerdos de una noche ardiente comienzan a venir a mi mente.

Mi novia se había ido a una fiesta de Halloween con sus amigas, una “noche de chicas” gritaban como locas, pintarrajeadas y vestidas con muy poca ropa cuando vinieron a buscarla. Sin plan, sin pareja y con el piso solo para mí, decidí ver una película de miedo tranquilamente comiendo lo que quisiera y bebiendo cervezas.

De repente, oí un chillido en el portal que me puso los pelos de punta, era un grito femenino de ultratumba que me hizo dar un brinco. Después, escuché el sonido de varios tacones acercándose a la puerta de mi casa y unas risas bastante siniestras. Llamaron a la puerta. En un principio pensé no abrir pero algo me hizo ir directo a la puerta. Abrí y me encontré a dos bellas chicas disfrazadas para la noche de los muertos. La rubia iba vestida de vampiresa, con un gran escote y unas transparencias que dejaban todos sus atributos al aire, un chorro de sangre bajaba desde sus labios hasta perderse entre sus pechos. Su amiga, una descomunal pelirroja, iba envuelta en unas vendas blancas que no lograban tapar la mayor parte de sus curvas. Al verlas, no sabía qué decir; menos mal que fueron ellas las que rompieron el hielo. La vampiresa acercó sus colmillos a mi oído y me dijo entre susurros: “Truco o sexo”.

En un principio, pensé que me estaban vacilando y permanecí en silencio. Ella volvió a repetir su invitación, y agregó: “Mi amiga y yo estamos muy cachondas”. Decidí seguirlas el juego y las invité a pasar. Nada más entrar, la momia, que se llamaba Andrea, empezó a desenvolver las vendas que cubrían su cuerpo, quedándose totalmente desnuda. La vampiresa, Joanna, metió sus frías manos entre mis pantalones mientras me mordía en el cuello, sedienta de mi deseo. A continuación, sacó un cuchillo y se rasgó su frágil disfraz de vampiresa. No podía creérmelo, tenía delante de mí a dos diablesas sin nada de ropa y muy cachondas, dispuestas a pasar conmigo una noche de sexo desenfrenado.

Las dos me cogieron y comenzaron a quitarme la ropa besando, chupando y tocando cada parte de mi piel que quedaba al descubierto, el placer iba en aumento y poco a poco se iba diluyendo en mi cabeza la imagen de mi novia y los remordimientos por todo lo que estaba ocurriendo; decidí dejarme llevar. Me tumbaron en la cama, Joanna encima de mí se movía enérgicamente, mientras su amiga miraba y se tocaba desde una silla. La vampiresa se introdujo mi miembro en su sangrienta boca mientras yo temía que me clavara uno de sus colmillos, pero no ocurrió, sabía perfectamente cómo tenía que hacerlo para darme el máximo placer. Tras una interminable felación, decidió introducirlo en su húmedo sexo. El éxtasis que estaba experimentando me hizo perder de vista a su amiga.  No tardé en adivinar dónde se había metido, cuando noté su ardiente sexo en mi boca. Yo movía rítmicamente mi lengua mientras ella se columpiaba gritando y jadeando.

Andrea decidió que era su turno y apartó a su amiga de mis caderas inclinándose para que me introdujera en ella hasta el fondo. La vampiresa no se conformó con mirar y permaneció detrás de mis embestidas, lamiendo y mordiendo mi espalda mientras notaba sus uñas recorriendo mis piernas y mi trasero.

Con las vendas de la momia me ataron a la cama y me taparon los ojos. A oscuras noté cómo mi miembro se movía rítmicamente de arriba a abajo, alguien me acariciaba un pezón, un mordisco en uno de mis testículos, incluso hubo una doble penetración. Harto de no ver nada y más cachondo que nunca, como poseído rompí las “cadenas” que me ataban y me abalancé sobre ellas. La habitación olía a sudor, sexo y placer tras varias horas juntando y acoplando nuestros cuerpos, probando posturas inimaginables y experimentando sensaciones hasta ahora desconocidas, perdí la cuenta de las veces que nos corrimos los tres y de los besos y lametones que nos regalamos. Rendidos, caímos dormidos, yo en el medio y cada una de ellas a un lado de mi cama.

No sé cuándo se fueron, pero espero repetir otro año un Halloween tan ardiente como éste.

Envíe sus relatos eróticos a [email protected]

El Rincón Oscuro

Relacionadas

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí

- Publicidad -

Últimas noticias

- Publicidad -