jueves, mayo 2, 2024
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Eta y el Aberri Eguna

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Lo del sudafricano Currin y sus veinte importantes amigos es de traca. Quizá Currin haya sido «mediador» en su país, pero en España, en la cuestión del terrorismo de ETA, es un habilidoso agente de Batasuna que, para mantener la actividad profesional, quiere ahora ver si es posible que, a cambio de promesas (suyas) y de hipotéticos futuribles, se retome el viejo sistema del «alto el fuego permanente» para ver si es posible que sus amigos saquen alguna tajada. Lo lógico sería que él y sus amigos, todos tan pacíficos y pacifistas, exigieran sencillamente a una banda terrorista que se disuelva, pero Currin añade al documento suscrito lo que a su juicio, el de empleado de la cosa, debería hacer el Gobierno: legalización de Batasuna, diálogo político, etc. Es todo demasiado burdo para movilizar a premios Nobel, académicos en busca de prácticas e irlandeses que creen que el mundo es como su casa.

Lo interesante del documento, los viajes y las propuestas de Currin es que demuestran dos cosas. Una, la desesperación de sus mandatarios que, a estas alturas y a la vista tanto de su fracaso como de su futuro imposible, aceptan al menos que la única salida es el disimulo y la hipocresía. Incluso los privadamente harto del terrorismo de la banda reconocen con esta maniobras que en ETA no hay recursos internos (ni morales ni estratégicos) para renunciar a una violencia y buscan el subterfugio y la amistosa presión de los paradójicos apoyos que el viajero Currin ha logrado. Porque ellos, dominados y subyugados por lo pistoleros, no se atreven a decirlo.

Sin embargo, la segunda consecuencia es la más importante. Como se ha visto en las reacciones en el País Vasco, tanto de las organizaciones sociales como de los partidos (PSOE, PP, PNV…), el consenso sobre la imposibilidad de una salida negociada es amplísimo, a diferencia de ingenuas posiciones del pasado. Ni salida negociada ni confianza ni esperanza en otro ensayo hipócrita de «alto el fuego» vaya o no acompañado de supervisión del tipo que sea. Y mucho menos un seguimiento de este con cualquier tipo de cesión. Por citar no a los representantes del constitucionalismo vasco, que han sido claros, sino al presidente del partido mayoritario del nacionalismo, si ETA quiere decir algo coincidiendo con el Aberri Eguna ya no se puede aceptar otra cosa que el fin del terrorismo, que ciertamente no espera.

La única presión eficaz en toda esta maraña de tergiversaciones e hipocresías es la de una política de tolerancia cero y la de la persecución policial para que los criminales y sus secuaces sean puestos a disposición de los tribunales. Ya nadie habla de «empate infinito» y «fin imposible». Y como se les está venciendo y es posible vencerles del todo nada mejor que seguir con lo que se está haciendo por mucho que algunos pataleen, otros cacareen y los de más allá quieran sacar tajada.

Germán Yanke

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