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De proveedor emergente a pilar estratégico: Hafesa no tenía deuda con Hacienda en 2018 y hoy custodia parte del petróleo nacional

En 2018, año en que se inició la causa judicial contra Grupo Hafesa, la Agencia Tributaria no registraba deudas pendientes de la empresa. A pesar del proceso legal, Hafesa continuó su expansión, consolidándose como un actor clave en el sector energético español
Foto Petroleos Asturianos reserva Cores
Foto Petroleos Asturianos reserva Cores

En el mundo de la energía, cada nuevo actor que quiere abrirse paso debe hacerlo con algo más que ambición. No basta con buenas ideas o un plan de negocio. Hace falta visión, aliados firmes y, sobre todo, una resistencia poco común para moverse en un sector donde las piezas del tablero parecen ya repartidas.

Grupo Hafesa nació en 2015. Detrás estaba Alejandro Hamlyn, un empresario que supo leer el mercado desde fuera antes de volver a España. Lo hizo con un objetivo muy definido: introducirse en el comercio de hidrocarburos desde una posición independiente. Ni subordinado a los grandes grupos, ni a la espera de favores institucionales.

El primer paso fue firme. Fundó Elcano Energía y selló acuerdos con Mabanaf, la filial española del grupo alemán Marquard & Bahls, a través de Oiltanking, una de las mayores redes de almacenamiento de carburantes del mundo. Aquello fue más que un contrato. Fue un salvoconducto logístico. Un puente hacia un modelo propio.

Infraestructuras estratégicas: de Motril a Ferrol

Pero Hafesa no se quedó ahí. Apostó por el terreno, por las instalaciones, por lo tangible. Como si estuviera construyendo su propio tablero energético, fue adquiriendo infraestructuras críticas en zonas clave del país. No fue una maniobra decorativa. Fue una declaración de intenciones.

  • DBA Motril, en la costa granadina, le permitió afianzarse en el sur y ganar acceso a rutas marítimas rápidas.
  • DBA Bilbao, clave en el norte, fue el trampolín desde el que Hafesa empezó a ganar cuota. Solo desde esa planta, vendió más de 20.000 millones de litros desde 2018.
  • DBA Ocaña, en el corazón peninsular, reforzó su red terrestre y mejoró la distribución interior.
  • DBA Ferrol, en Galicia, añadió una puerta estratégica al Atlántico, vital para sus operaciones internacionales.

Cada una de esas adquisiciones fue como una pieza que encaja en un puzle. Juntas, dibujaron una estructura capaz de competir con gigantes. Sin necesitar permiso para estar en la mesa.

Petróleos Asturianos: el punto de inflexión

Luego llegó el golpe maestro. Petróleos Asturianos.

En 2017, Hafesa se convirtió en propietario mayoritario de esta planta ubicada en El Musel, Gijón. Y esta no era una terminal más. Era, y sigue siendo, el lugar donde se almacenan parte de las reservas estratégicas de hidrocarburos de España, en colaboración directa con CORES, la Corporación de Reservas Estratégicas.

Asumir esa gestión no solo requería músculo logístico. Requería confianza. Y la obtuvo. Hafesa pasó a ser parte del engranaje que garantiza el suministro energético en momentos de crisis o tensión global. Un papel reservado solo para unos pocos.

Esa confianza institucional no se otorga a la ligera. Se gana. Y Hafesa la ganó, a base de resultados.

La verdad sobre 2018: sin deuda con Hacienda

En 2018, la situación cambió de rumbo. La Audiencia Nacional abrió un proceso penal contra el grupo, bajo sospecha de fraude fiscal. Las portadas hablaron más de acusaciones que de hechos. Pero dentro del expediente judicial, algo importante quedó claro.

La Agencia Tributaria certificó que, en ese momento, Grupo Hafesa no tenía ninguna deuda con Hacienda. Ni un euro. Ningún impago. Ningún retraso. Nada.

Este dato, fundamental y avalado por los propios informes oficiales, contrasta con el ruido que generó la apertura de la causa. Y lanza una pregunta directa: ¿cómo puede una empresa estar acusada de fraude fiscal mientras cumple religiosamente con sus obligaciones tributarias?

Crecimiento real en un contexto adverso

La mayoría de las compañías que enfrentan un procedimiento penal ajustan sus velas. Algunas recortan inversiones. Otras despiden personal. Hafesa, en cambio, decidió avanzar. Con todo.

Amplió su red logística, reforzó su personal, y continuó adquiriendo activos. Las plantas de Ocaña y Ferrol no son solo puntos en un mapa. Son nodos estratégicos que mejoran la eficiencia del grupo. Y que, además, enviaron un mensaje claro: Hafesa no se detiene.

En 2024, cerró el ejercicio con una facturación de 1.500 millones de euros, un 60 % más que en 2023. Esa cifra, más que un número, es una respuesta. Una prueba de que se puede crecer con bases sólidas, incluso bajo presión. Incluso con una lupa judicial sobre la mesa.

Un jugador que incomoda al statu quo

En un sector donde los nombres parecen inamovibles —Repsol, Cepsa, Galp, Disa, Meroil—, Hafesa no solo se ha abierto paso. Ha comenzado a disputarse cuotas de mercado. Ha puesto precios sobre la mesa. Ha acelerado la logística. Y eso, en un mercado tan cerrado, suele generar fricciones.

No es solo cuestión de competencia. Es cuestión de territorio. Hafesa entró en zonas donde otros operaban con escasa competencia. Y lo hizo sin levantar la voz, pero con mucha efectividad.  Y eso —lo sabemos bien— a veces incomoda más que cualquier discurso.